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del Padre Francisco Verar

 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de diciembre de 2010, Medjugorje, Bosnia Herzegovina y reflexión del P. Francisco Á. Verar

“Queridos hijos: Hoy, mi Hijo Jesús y yo, deseamos darles abundancia de gozo y de paz para que cada uno de ustedes sea un alegre portador y testigo de la paz y de la alegría en los lugares en que viven. Hijitos, sean bendición y sean paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!"

El “gozo y la paz” son las principales virtudes evangélicas de la Navidad. María y José —y luego los pastores que fueron agraciados con la visita al portal de Belén—, experimentaron el “gozo y la paz” que el Niño recostado en el pesebre irradiaba. La Virgen María, según el testimonio de los videntes de Medjugorje, cada 25 de diciembre aparece con el Niño Jesús recién nacido en sus brazos; y lo mismo cuando comenzaron las apariciones el 24 de junio de 1981 en la Colina Podbrdo. En el mensaje de esta Navidad, la Virgen, con el Niño Jesús recién nacido, otorga a todos sus hijos “gozo y paz abundantes”. Recuérdese que quienes llegaron al portal de Belén, no llegaron con el corazón cerrado sino con la debida disposición de acoger los “regalos” que Jesús les tenía preparados, y para nosotros debe ser lo mismo. En cada Navidad Jesús, quiere nacer espiritualmente en el corazón de cada uno de sus seguidores. Experimentar el nacimiento de Jesús no es otra cosa que experimentar “gozo y paz abundantes”. Pero, de que “gozo y paz” se trata.

Esencialmente, hay dos maneras de experimentar “gozo y paz abundantemente”: las que el mismo hombre con sus medios consigue y Aquellas que se pueden recibir como dones directamente de Dios. Probablemente, muchas personas en esta Navidad han experimentado gozo y paz en abundancia. Cuando una persona baila, come abundantemente, ingiere licor, se divierte… experimenta cierto “gozo y paz” y muchas veces —sobre todo, si de por medio hay una relación afectiva—, el gozo y la paz pueden sentirse en abundancia. Lo mismo ocurre con el dinero: puede producir gozo y la paz. Una persona que gana en el casino o en la lotería puede experimentar abundantemente “gozo y paz”. Pero se debe aclarar que el “gozo y la paz abundante” que refiere la Virgen va en otra dirección. Y no se piense que una persona no pueda divertirse con lo que el mundo ofrece. Aquí el énfasis es otro: “el gozo y la paz” que Dios ofrece al hombre no dependen del aporte humano, porque en Dios todo es gracia. Para comprender mejor las palabras de la Virgen sería necesario examinar la primera Navidad. Quizá no ha habido una Navidad tan pobre como la que vivió María y José, pero de igual modo, se puede afirmar: no ha habido una Navidad con tanto gozo y con tanta paz como la que ellos vivieron.

La Virgen María y san José no tuvieron regalos, banquetes, bebidas alcohólicas, luces, adornos, dulces… para celebrar la Navidad —y seguramente tampoco lo deseaban—, sin embargo celebraron la Navidad más bella de la historia de la humanidad porque el centro de todo era Jesús.

Hay muchos elementos que ofrece el consumismo contemporáneo, en torno a la Navidad, que eclipsan el personaje principal y la razón de ser de esta fiesta.

La Navidad es una valiosa oportunidad que Dios ofrece a su pueblo de experimentar “gozo y paz abundantes” directamente de Su Hijo Jesús y de Su bendita Madre. Más cuatro semanas de preparación la Iglesia ofreció con el Adviento para preparar espiritualmente este aconteciendo: Jesús nace hoy entre nosotros. No sólo recordamos y celebramos litúrgicamente la venida de Jesús sino que la Navidad es una   oportunidad para encontrarnos cara a cara con el Mesías prometido de todos los tiempos y para todos los hombres. El “gozo y la paz” abundantes son signo por excelencia de que el encuentro con el Rey de Reyes se logró.

Jesús viene al mundo para liberarnos, salvarnos, sanarnos…iluminar cada paso de la humanidad sufriente. Pero Jesús siempre es un caballero: espera que sea el hombre por su propia iniciativa, quien le abra primero de par en par las puertas del corazón.

No hay porque temer a nada ni a nadie si Él está con nosotros y a favor nuestro. Es hora de despertar y es hora de acoger a Jesús y experimentar el “gozo y la paz abundantes” que sólo Él y Su Madre, de parte de Dios, otorgan.

Hay que dirigir en estos días la mirada hacia el pesebre y contemplar que Dios por amor desciende del cielo a la tierra. Hay que hacer la experiencia de los pastores de Belén y de los magos que llegaron al portal donde yacía al Niño, y de igual modo: ofrecer nuestros dones, porque Jesús espera por todos. Sólo el hombre que experimenta a Cristo puede hacerse testigo suyo para los demás.

La Virgen en su mensaje de esta Navidad dice: “Hoy, mi Hijo Jesús y yo, deseamos darles abundancia de gozo y de paz para que cada uno de ustedes sea un alegre portador y testigo de la paz y de la alegría en los lugares en que viven.” La Madre en el mensaje es clara: espera que cada uno de sus hijos sean faro para la humanidad. Recuérdese que para que los magos llegaran al portal de Belén necesitaron que una estrella los guiase. Esa estrella representa a todos los que creemos en Jesús: con nuestras obras, con nuestra fe y la manera de comportarnos, debemos conducir a los demás hasta Jesús. Eso lo que espera la Madre de cada uno de sus hijos en esta Navidad.

María quiere que los cristianos sean testigos de la paz y de la alegría donde viven. Y esta frase no excluye otros lugares, sino que acentúa que el testimonio comienza siempre en la propia familia. Seguramente, porque la Madre sabe que muchas familias cristianas que celebran la Navidad viven en continuos conflictos, y por lo mismo, exhorta a todos a que comiencen en el propio hogar, por lo que cabría entonces la pregunta: ¿Cómo ser testigo del   “gozo y de la paz abundantes” de Jesús en el propio hogar?

El primer paso debe ser contemplar y acoger a Jesús, como se ha dicho, el segundo: el arrepentimiento y la reconciliación. La Navidad es una buena ocasión para hacer la paz con todos, especialmente con la propia familia. Es la ocasión de pedir perdón, de reconocer las propias culpas y miserias, es el momento para hacerse pequeño, tomando el ejemplo de Jesús. Se recuerda que Jesús siendo Dios, bajo del cielo a la tierra y se hizo hombre. En la encarnación y en el misterio de la Navidad, Dios entra en la historia de la humanidad como humano y nace en condiciones de absoluta pobreza. ¿Por qué no seguir ese ejemplo y descender del orgullo y buscar la reconciliación total con la familia y los amigos? Celebrar la Navidad en plenitud no es comer abundantemente sino decirle al conyugue y a los hijos: “me equivoqué, perdónenme”. Y lo mismo hacer con todos. Navidad es reconocer los propios errores y miserias. De esa manera Jesús nace y se experimenta “Su gozo y Su paz”.

Jesús fue el hombre más feliz de la historia y quien está cerca de Él, no obstante la pruebas que atraviese, deber ser igualmente feliz. Pero nadie podrá serlo con el pecado. Por eso hay que arrepentirse y pedir perdón. Hay que buscar siempre la reconciliación y creer en la fuerza del amor. Fue Virgilio en las bucólicas que inmortalizó la frase que se ha hecho popular en el mundo: “ todo lo vence el amor”. Con el amor Jesús venció y con el amor todos podemos vencer. Jamás un cristiano puede cansarse de amar. El amor es nuestra vida y nuestro pasaporte a la eternidad. María dice al final del mensaje: “sean bendición y sean paz”. Recuerda que eres bendición y paz cuando ayudas con tu testimonio a que los demás se acerquen a la verdad.

Para terminar es importante evidenciar el mensaje que Jacov recibió en ocasión de su aparición anual. Como es sabido la Virgen la prometió que la vería hasta el fin de su vida en la tierra cada 25 de diciembre. Jakov se prepara todo el año para esta aparición. También Ivanka y Mirjana tienen una promesa igual, pero en fechas diferentes. En esta Navidad la Virgen —como también lo hizo con Ivanka en 25 de junio pasado— le habló sobre los “secretos”. Sabemos que la Madre le ha confiado a los videntes “10 secretos” que están por verificarse en el mundo. Nadie, fuera de ellos, sabe el contenido de los mismos. Por consiguiente, no se debe especular. Sin embargo, la Virgen hoy por medio de Jacov dijo tres veces en relación a los “secretos” : “Oren, oren, oren”.

Fijémonos bien que el mensaje no es para Jakov sino para quienes viven la espiritualidad de Medjugorje. Porque la Virgen pudo decirle a Jakov: “Ora, ora, ora.” Pero dijo en su lugar: “Oren, oren, oren.” La Madre no puede confiarnos a todos los “secretos” porque dejarían de serlo y de esta manera el plan que Dios tiene para la humanidad por medio de ellos no se realizaría. Pero la Virgen si nos puede hacer ver que los “secretos” están cerca y que es preciso orar incansablemente por el futuro de la humanidad. Y eso fue lo que hizo en esta Navidad. Entonces, el segundo mensaje, de María Reina de la Paz de esta Navidad, es corto pero imperativo: la Madre quiere que sus hijos oren de manera particular por sus intenciones: por la paz y por la conversión de los hombres. Se concluye pues: hay que vivir en familia la alegría y la paz abundantes, y no abandonar la oración continua por los planes de la Reina de la Paz.

Oremos:

Jesús: hoy te invito que vengas a morar a mi Corazón. Sabes que Te he fallado pero hoy me reconcilio una vez más contigo y con Tu Iglesia. Quiero aprovechar la Navidad para comenzar una vida nueva: para amar con el corazón y llevar Tu luz a los demás. Por eso Te abro las puertas de mi corazón de par en par. Quiero que mi corazón sea el pesebre viviente donde Tu Madre Te pueda colocar en esta Navidad.

Ven Jesús a mi corazón, Te necesito. Estoy cansado de llevar una vida frívola y sin sentido. Quiero experimentar tu “gozo y tu paz” en esta Navidad. Por eso me acerco a Tu Belén, a Tu Nacimiento, y contemplo en qué condiciones naciste para que también nazcas hoy en mi corazón.

Antes de nacer en aquel establo María y José llamaron a varias puertas y fuiste acogido. No pases Jesús delante de mí sin que te abra las puertas de mi corazón.

También pongo delante de Ti, de Tu Nacimiento, de Tu Belén, a todos las personas que he herido en este año. A todas las personas que les he fallado. Quiero que cada una de ellas contemple también conmigo Tu Nacimiento y que Te reconozcan como el Mesías viviente. Yo quiero ser como esa estrella que guió a los magos hasta el portal de Belén en medio de la oscuridad. Quiero acercar a mi familia al pesebre para que todos Te adoren como yo Te adoro ahora. Por eso Te pido que me ayudes a cambiar y que pueda ser para todos una faro que ilumine su caminar. Por eso te pido que me llenes de Tu amor, de ese mismo amor que experimentaron María y José cuando naciste en Belén. Yo te adoro hoy Jesús con todos los ángeles y santos del paraíso. Con ellos también quiero cantar como los ángeles en Belén: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Dios se complace”.



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 2 de Diciembre de 2010 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia Herzegovina

“Queridos hijos, hoy oro aquí con ustedes para que encuentren la fuerza de abrir sus corazones y, de esta manera, conocer el inmenso amor de Dios sufriente. Gracias a ese amor Suyo, bondad y dulzura, yo estoy con ustedes. Los invito para que este tiempo particular de preparación, sea tiempo de oración, penitencia y conversión. Hijos míos, ustedes necesitan a Dios. No pueden seguir adelante sin Mi Hijo. Cuando comprendan y acepten esto, se realizará lo que se les ha sido prometido. Por medio del Espíritu Santo nacerá en sus corazones el Reino de los Cielos. Yo los conduzco a eso. ¡Les agradezco!”


Comentario del Mensaje del 2 de Diciembre de 2010

Mirjana Soldo tiene un encuentro de oración con la Virgen María, el día 2 de cada mes con la intención de orar, de manera especial, por “quienes no experimentan el amor de Dios en sus corazones”; según indicación de la Madre. Por tal razón, los peregrinos presentes en Medjugorje, participan de este programa especial en el sitio denominado de la Cruz Azul. El encuentro puede durar unas tres horas, y en el mismo los sacerdotes presentes meditan los misterios del rosario y algunos mensajes anteriores de la Virgen. También se canta mucho entre decena y decena. La aparición, regularmente, se da hacia las 9 de la mañana y al finalizar Mirjana da el mensaje a los peregrinos.
 
En el mensaje de este 2 de diciembre la Virgen comienza diciendo que en el encuentro de esta mañana estuvo orando para que todos encuentren la fuerza de abrir el corazón y “de esa manera conocer el inmenso amor de Dios”. La primera parte del mensaje está relacionada con el mensaje del 25 de noviembre anterior donde mencionó:“Ábranse. Abran sus corazones a la misericordia de Dios y El les dará todo lo que necesitan”. Este detalle es significativo: en menos de una semana 2 veces la Madre ha pedido a sus hijos que le abran el corazón a Dios. Pensamos que abrir el corazón no es difícil, lo difícil puede ser tomar la decisión de hacerlo cada día. Hoy yo puedo abrirle el corazón a Dios pero eso no significa que mañana lo pueda hacer. A nuestro modo de ver las cosas, cuando la Virgen pide que se abra el corazón a Dios, es para que todos tomemos conciencia, de que cada día se debe hacer el fuerzo abrir el corazón. Una persona puede asistir a Misa, puede confesarse, puede rezar el Rosario, puede visitar el Santísimo sin llegar nuca a abrirle el corazón a Dios. Desde luego que es importante hacer todo eso, pero más importante siempre es abrirle el corazón a Dios.
 
De seguro que la Madre desde el cielo ve que muchos corazones se acercan a Dios pero sin la apertura deseada. Y si no hay disposición interior no puede haber experiencia de Dios; como tampoco puede haber conversión, porque la conversión es una gracia que Dios da cuando el hombre se humilla ante Él. Entonces, la apertura del corazón a Dios es una decisión y también es un acto de amor. Una persona enamorada no tiene problemas de abrir el corazón a quien ama, porque el amor espontáneamente lo conduce a dar ese paso. La relación de amor entre dos personas, esencialmente, es una apertura del corazón: entre más se aman más se abren el uno al otro. Lo mismo pasa entre nosotros y Dios: entre más le amamos más le abrimos el corazón, y viceversa: entre menos se le ama menos se le abre el corazón. Pero como sabemos: el amor es una decisión. Por consiguiente: abrirle el corazón a Dios es una decisión. La Virgen María es sólo un instrumento, una ayuda… no es el fin de las apariciones de Medjugorje. El fin de todo es experimentar el amor de Dios y sin la apertura del corazón es imposible vivirlo.
 
María ayudó a la humanidad para que experimentara el inmenso amor de Dios cuando aceptó el reto de la Encarnación de Jesús en su vientre, pero sólo quienes le abrieron el corazón en tierra santa hace dos mil años lo experimentaron. Lo mismo ocurre hoy. La Virgen aparece en Medjugorje y nos invita a hacer la experiencia de Dios pero sólo quienes le abren el corazón lo experimentan.
 
También en el mensaje la Madre habla del “amor sufriente de Dios”. Esta expresión no es frecuente pero es real. El Amor sufriente de Dios es por la indiferencia de millones de almas que permanecen en pecado e indiferentes a Él. Y por eso se debe afirmar que, aunque en el paraíso es un estado de eterna felicidad para las almas, en él Dios no deja de sufrir al contemplar la miseria de la humanidad. De ahí que el mensaje también se debe interpretar en clave de Reparación. Es decir, es una invitación a pertenecer como los pastorcitos de Fátima al apostolado de la Reparación de este sufrimiento con la confesión sacramental, el rezo del Rosario, la Eucaristía y la comunión Primer Viernes y Primer Sábado de mes.
 
También la Madre dice:“Gracias a ese amor Suyo, bondad y dulzura, yo estoy con ustedes”. Las apariciones de la Virgen en Medjugorje son un don de Dios Padre para toda la humanidad. El próximo 25 de junio se cumplirán 30 años de esta bendición. Gracias a Dios, ahora hasta la Santa Sede se ha involucrado  de este don al nombrar una comisión que estudie el fenómeno. Algunos miembros de esta comisión van con frecuencia a Medjugorje, oran y estudian los documentos relacionados. Están abiertos al fenómeno. Nosotros debemos orar, para que pronto (antes de que terminen las apariciones) la luz se de a conocer desde el seno de la Iglesia.
  
 En el mensaje la Madre dice: “Los invito para que este tiempo particular de preparación, sea tiempo de oración, penitencia y conversión”. En esta expresión hay un llamado eclesial. La madre quiere que toda la Iglesia responda a la llamada general del Adviento. Todos sabemos que el Adviento es un tiempo de preparación, es una oportunidad preciosa para abrirse a los proyectos de Dios. Es tiempo de esperanza, de fe, de alegría, porque pronto vamos a celebrar nuevamente la llegada de Jesús. El mensaje de la Virgen nos recuerda que lo más importante de esta época no son las comidas, las fiestas, los adornos exteriores… si no la oración, la penitencia y la conversión. Por lo tanto, si se quiere responder a la invitación de la Madre, hay que aprender a sacar espacios y tiempos para estar más a solas con Dios, visitar el Sagrario, practicar la Lectio divina, rezar con más empeño el Santo Rosario, participar en algún encuentro de oración y repetir durante el día jaculatorias.
 
En relación a la Penitencia que la Madre nos pide, podríamos decir que fundamentalmente existen dos formas de hacer penitencia: la mortificación y la confesión. En relación a la primera una forma de hacer penitencia es ayunar, privarse de algunos gustos, practicar la abstinencia, la sobriedad: en bebidas, comidas, en el descanso, en el trabajo, en la diversión… Pero sin olvidar que la mejor penitencia es siempre la reconciliación con Dios y con el prójimo. Se debe hacer un buen examen de conciencia y buscar del sacerdote la absolución de todos los pecados y reconocer la misericordia de Dios. Lo mismo hacer con el prójimo: no se puede celebrar la Navidad con rencores, resentimientos, envidias, odios, celos, enemistad…. La Madre nos está invitando a todos a limpiar el corazón para que Jesús pueda nacer con fuerza en la próxima Navidad. Por eso también nos invita de nuevo a la conversión. Conversión significa: decidirse por Dios, ponerlo siempre en el primer lugar del corazón para ser feliz y vivir en paz y amor con todos. La mejor manera de vivir el Adviento es tomando la conversión con seriedad. Significa también: abrirle el corazón a Dios, escucharlo a Él primero, contar siempre con Él.Por eso la Virgen dice en el mensaje:“Hijos míos, ustedes necesitan a Dios”. Dios es plenitud y todo lo que el hombre busca. San Francisco de Asís oraba: “Mi Dios mi todo” y santa Teresa de Ávila decía: “Sólo Dios basta” Ahora todos debemos decir: “Yo amo a Dios, y para Mi Dios lo es Todo”. “Dios es mi plenitud”. “Él me hace feliz”. “Él es la razón de mi vivir”.

En el mensaje la Virgen dice:“No pueden seguir adelante sin Mi Hijo. Cuando comprendan y acepten esto, se realizará lo que se les ha sido prometido. Por medio del Espíritu Santo nacerá en sus corazones el Reino de los Cielos.”  Esta parte del mensaje es una de las más importantes, la dimensión cristológica: Sin Jesús no se puede avanzar, no se puede progresar, no se puede continuar. La Virgen lo recuerda porque ve muchos corazones endurecidos, que no se abren a Jesús, que no le dedican cada día tiempo a Él. La Madre quiere que Jesús reine en cada corazón. La apertura del corazón no sólo es hacia Dios Padre sino también hacia Su Hijo. Y al decir la Virgen que cuando “ se comprende y acepta esto se realiza lo que se nos ha prometido” se refiere a dos cosas: aceptando a Jesús se realiza el don de la eternidad y por otro lado, Dios nos concede lo que necesitamos. Por lo tanto el mensaje es un llamado a la conversión a Jesucristo: que Él sea la cabeza de cuanto hacemos y sea el primero en todo.
 
La última parte del mensaje también en muy significativa:“Por medio del Espíritu Santo nacerá en sus corazones el Reino de los Cielos. Yo los conduzco a eso. ¡Les agradezco!”. A diferencia de otros mensajes, el de este 2 de diciembre la Virgen menciona las tres Personas Divinas. Y al referirse al Espíritu Santo invita también a abrirle a Él el corazón. Es sabido que la Encarnación de Jesús se dio en María gracias al Espíritu Santo. Pero también hubo una encarnación mística en el corazón de los Apóstoles el día de Pentecostés: El Reino de los cielos descendió en ellos por medio de Jesús. Entonces la Madre quiere que hagamos esa experiencia en el Adviento: que el Reino de los Cielos descienda en el corazón. En realidad cuando se ayuna, se ora con el corazón, se practica la confesión, se perdona… es cuando el Reino de Dios desciende en el corazón. El problema es que mucha gente quiere experimentar en profundidad el Reino de los Cielos y pero no se quieren mover quieren mover. El mensaje es una oportunidad bella para reordenar la vida en función a la próxima Navidad.

Oremos:
Jesús, nuevamente te abro si algún tipo de reservas, las puertas de mi corazón. Quiero en este Adviento hacer un alto en mi vida y dedicarte el tiempo que Tu mereces. Tu Madre me quiere siempre junto a Ti. Por ello hoy me detengo a Ti nuevamente. Quiere escucharte, quiero abrirte las puertas de mi corazón con todas las fuerzas de que soy capaz. Te suplico que entre a mi corazón y que me ayudes a cambiar. Sé que necesito de Ti. Sin Ti no hay futuro ni esperanza. Muchos errores he cometido en mi vida por no haberte dado el primer lugar en mi corazón. Hoy Te recibo. No te tengo miedo. Quiero sencillamente volver a nacer en esta Navidad. Sé que tienes preparadas para mi cosas grades y bellas, pero si no te abra mi corazón no se realizarán. Por eso hoy me decido: Ven a mi corazón.

María Madre del Amor Hermoso, ayúdame a responder. Tú eres la Reina de la Paz, del Amor, de la Esperanza. Tú fuiste la mujer más feliz de la historia porque viviste al lado de Jesús. Yo también puedo ser feliz si le abro siempre la puerta de mi corazón a Tu Hijo. Quiero dejar tanta vida superficial, tantos apegos materiales y afectivos y dedicarme más a Jesús. Yo te acojo hoy nuevamente como Mi Madre y Señora de mi corazón.
Ven Espíritu Santo y desciende con poder en mi corazón como descendiste en Jesús en el Jordán. Lléname de tu unción, Dulce huésped del Alma, suave alivio. Tú eres mi Consolador. Te quiero, Te necesito. Ven Espíritu santo. Ven por María. Ven y mora en mi corazón y enséñame a vivir este Adviento.



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de noviembre de 2010 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia Herzegovina

“Queridos hijos: Los miro y veo en su corazón muerte sin esperanza, inquietud y hambre. No hay oración ni confianza en Dios, por eso el Altísimo me permite traerles esperanza y alegría. Ábranse. Abran sus corazones a la misericordia de Dios y El les dará todo lo que necesitan y llenará sus corazones con la paz, porque El es la paz y su esperanza. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”


Comentario del Mensaje del 25 de Noviembre de 2010   

La Virgen nuevamente cumple con su cita de darnos el mensaje mensual. Las apariciones de Medjugorje cumplen 29 años 5 meses y un día. Los tres videntes que aún tienen el don de ver a la Virgen cada día (Iván, Vicka y Marija) no saben por cuánto tiempo más continuarán con este privilegio. Mirjana tiene la aparición anual el 18 de marzo e Ivanka el 25 de junio. Jakov ve a la Virgen una vez al año cada 25 de diciembre. Por tal razón, esperamos para la próxima Navidad dos mensajes.
En el mensaje del 25 de octubre pasado la Virgen dijo: “¡Queridos hijos! Que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración. Mi invitación quiere ser para ustedes, hijitos, una invitación para que se decidan a seguir el camino de la conversión, por eso oren y pidan la intercesión de todos los Santos. Que ellos sean para ustedes ejemplo, estímulo y alegría hacia la vida eterna. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”. Pero en el mensaje de este 25 de noviembre destaca dos cosas diferentes. 1. Mira y ve “en el corazón muerte sin esperanza, inquietud y hambre.” 2. Destaca que “no hay oración ni confianza en Dios”. Si se unen estas dos observaciones al mensaje del mes pasado parece obvio que la Madre se lamenta toda vez que la mayoría no toma con seriedad sus mensajes.
Se recuerda que la Virgen cuando habla lo hace en forma genérica. De seguro, muchos han tomado con seriedad sus llamadas, pero otros no. Sólo la Virgen sabe qué porcentaje de quienes escuchan sus llamadas las ponen en práctica. No obstante, por el tenor del mensaje de este mes, parece obvio que la gran mayoría permanece indiferente. Y no sólo a lo que Ella dice sino al mismo evangelio, que es peor.
Todos sabemos que el mensaje más importante de Medjugorje es la conversión. La Virgen lo recordó el mes pasado y el mensaje de este 25 de noviembre va en la misma dirección. Las expresiones: “muerte sin esperanza, inquietud y hambre” hacen referencia a los corazones endurecidos, apartados de Dios; a los corazones que se obstinan en el pecado, en el egoísmo. Cuando el hombre se separa de Dios experimenta la muerte del alma. El pecado es una máscara, una mentira, un engaño pasajero que trae como consecuencia soledad, frustración, vacío… En suma: muerte interior que destruye la esperanza. Es lo que la Virgen observa desde el cielo y es innegable que desea cambiar las cosas. Pero se destaca también que la Madre no puede hacer nada si el hombre no se lo permite. Dios para actuar en el hombre necesita de su colaboración.
En el mensaje también dice: “no hay oración ni confianza en Dios”. Es la otra cara de la moneda. Cuando el hombre se separa de Dios y peca: automáticamente va perdiendo el interés por la oración y la confianza en Él. La gente que no ora se hace daño a sí misma y hace daño a los demás. La Madre se lamenta que la gente no encuentre el tiempo ni el espacio para la oración, y por tal motivo, perderá siempre la confianza en Él.
En el mensaje la Virgen recuerda una vez más que Ella está con todos, no por iniciativa personal, sino porque Dios la envía. Ha dicho: “por eso el Altísimo me permite traerles esperanza y alegría”. Además, recuerda que quien se pone en sus manos triunfa. El mensaje es una exhortación a confiar en Su amor y a no tener temor de acogerla como Madre y Reina del corazón. La Madre espera que sus hijos le den la oportunidad de ayudarlos y que le permitan enseñarles a amar a Dios.
El discípulo de María se distingue por la paz, al amor y la alegría que irradia. No por la devoción que tenga hacia Ella ni por la cantidad de rosarios que rece cada día o por las veces que peregrine a sus santuarios. Desde luego, que todo eso es importante, pero más importante es amar, perdonar y vivir en la alegría. Es lo que la Madre espera de sus hijos. Por eso hay que tomar en serio la conversión. La conversión significa: abrirse a los proyectos de Dios que son siempre amor, esperanza y alegría.
En el mensaje la Madre dice: “Ábranse. Abran sus corazones a la misericordia de Dios y Él les dará todo lo que necesitan y llenará sus corazones con la paz, porque Él es la paz y su esperanza.” Curiosamente en el mensaje de este mes la Virgen no ha dicho “oren” sino “ábranse”, y es porque la apertura del corazón precede la oración y la experiencia de Dios. San Agustín decía: “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti.” En otras palabras, el hombre que no se abre a Dios no puede orar debidamente y por ende, tampoco lo podrá experimentar. Entonces, es el hombre que debe abrirse al Creador porque ya el Creador  tomó la iniciativa de ir en su búsqueda.
¿Cómo abrirse a Dios?
1.      La decisión. Se puede escuchar cientos de veces la necesidad de abrirle el corazón a Dios, pero sin la decisión personal es imposible. El hombre debe tomar la decisión porque Dios no infringe la voluntad. Dios espera que el hombre le diga: “aquí estoy, estoy dispuesto”. “Hoy tomo la decisión de permitirte entrar a mi vida, a lo más profundo de mi existencia, a que vengas a morar a mí.”
2.     La humildad. Sin la humildad es imposible permitirle a Dios entrar al corazón, por dos razones: porque Dios es humilde y se manifiesta en los que son como Él, y luego: porque la humildad es la disposición necesaria, la virtud que Él escogió para entrar y morar en las almas.
3.     El abandono completamente a la gracia de Dios, que no es otra cosa que la actitud de entrega sin reservas a Su amor, porque en el fondo lo que Dios desea, es que todos experimentemos cuánto nos ama. El hombre progresa espiritualmente en la medida que experimenta el amor de Dios y no por cuánto más sabe o por cuánto más hace; y menos por cuanto más tiene.   
4.     La petición. Súplica humilde por el cual el alma le pide a Dios que le visite, que descienda hasta las profundidades remotas de su existencia.
Estos pasos se siguen en quietud y paciente espera.
La Virgen también dice en el mensaje, que hay que abrirse a la misericordia de Dios. Esta llamada tiene dos matices. Por un lado es una exhortación a reconocer este importante atributo de Dios. A santa María Faustina, Apóstol de la Misericordia Divina Jesús le dijo que “la misericordia es el más grande atributo de Dios”. En el mensaje la Virgen nos invita a reconocerlo y por tal razón, a no temer de acercarse a Ella. Pero por otro lado, también es una invitación a reconocer el pecado. Porque el alma que le pide perdón a Dios y se arrepiente de sus faltas es quien experimenta la misericordia de Dios. Por ello el mensaje también es una invitación a acercarnos al sacramento de la Penitencia y en esta ocasión en orden al misterio de la Navidad que ya se acerca.
El hombre que da el paso de acercarse a Dios, Dios lo recompensa. La Virgen dice: “Él les dará todo lo que necesitan y llenará sus corazones con la paz porque Él es la paz y su esperanza”. Precisamente lo que el hombre de hoy busca afanosamente en el mundo es lo que Dios le ofrece, sin embargo no todos lo reconocen.
Oremos:
Oh Señor. Hago un acto de fe muy grande en tu presencia amorosa. Yo se que estás conmigo. Muchas personas en el mundo me han fallado, y también yo Te he fallado. También me he fallado a mí mismo. Sin embargo, sé que Tú me perdonas y tienes la disposición de ayudarme.
Yo en este preciso momento me abro a Tu amor. Reconozco que muchas veces las puertas de mi corazón han permanecido cerradas a Él. Hoy te digo: ¡Basta, quiero que entres a mi corazón! Quiero que mores en mí como moraste en el alma de María Tu Hija fiel. Quiero que desciendas a lo más profundo de mi corazón. No quiero vivir más en el pecado. De ahora en adelante quiero pertenecer sólo a Ti porque sé que guiarás mi vida hacia la plenitud. Quiero acogerte una vez más como mi Señor, mi Dios, mi Salvador.
Oh Jesús, también te abro las puertas de mi corazón sin reservas; a  todo lo que hiciste por mi salvación y la de mi familia. Jesús, yo quiero que estés siempre en mi corazón. No permitas que mi corazón se divida, que coexistan la tiniebla y la luz. Nuevamente Te acojo como mi Salvador. Te doy gracias por todo lo que padeciste por mí. Por Tus afrentas y Tu muerte. ¡Gracias Señor porque no tomas en consideración mis faltas sino la fe que en este momento deposito en Ti! Ayúdame a romper para siempre con el pecado y con todo lo que me separe de Ti. Quiero celebrar esta Navidad diferente: con más amor, con más alegría y con más paz. Por eso hoy vengo a Ti. Yo sé que Tú eres el único camino que hace feliz al ser humano en la tierra. No permitas Jesús que mi corazón se desvíe del camino de la luz. No permitas que las tinieblas me arrastren por el camino equivocado, quiero pertenecer completamente a Ti.

Oh Espíritu Santo, llena mi corazón de Tu amor. Me abro plenamente a Ti, a Tus dones, a Tus carismas, a Tus frutos. Ven y visita mi corazón. Disponme a perdonar a quien a lo largo de mi vida me ha ofendido. A no guardar rencor a nadie y que pueda irradiar tu paz a todos. Te necesito, Oh Espíritu Santo. Tú eres el Consolador, el Dulce Huésped del alma.  
María,¡ gracias por venir cada día a la tierra y hablarle a mi corazón! Las palabras de este mensaje eran las que yo necesitaba. Nuevamente me has ayudado a levantarme, a darle a Dios el primer lugar en mi vida. Nuevamente me consagro a Tu Corazón Inmaculado para adelantar su triunfo en el mundo. ¡Gracias María! Te acojo nuevamente como mi Madre y la Reina de mi corazón.



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 2 de noviembre de 2010 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia Herzegovina

“Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte. No me rechacen, hijos míos. Deténgase y mírense ustedes mismos, y vean cuán pecadores son. Reconozcan sus pecados y oren por el perdón. Hijos míos, no quieren aceptar que son débiles y pequeños, y que sin embargo, pueden ser fuertes y grandes cumpliendo la voluntad de Dios. Denme sus corazones purificados para que pueda iluminarlos con la luz de la vida, Mi Hijo. ¡Les agradezco!


Comentario del Mensaje del 2 de Noviembre de 2010   

Antes reflexionar sobre el mensaje de este 2 de mes, se debe tener en consideración que la Virgen ha pedido que el día 2 de cada mes se tenga oraciones especiales por “quienes no experimentan el amor de Dios en sus corazones.” Es de desear por tanto, que cada 2 de mes se pueda rezar el Rosario, celebrar Eucaristías, Horas Santas, ayunos… por esta intención. Orar por “ quienes no experimentan el amor de Dios en los corazones” es un apostolado fundamental para todo hijo de María Reina de la Paz.  
El mensaje que la Virgen dio este 2 de mes, comienza recordando de nuevo la importancia de su venida a la tierra. La Virgen dice: “Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte”. La expresión “con perseverancia y amor materno” pone en evidencia la labor ministerial que la Madre desempeña desde Medjugorje para toda la humanidad. El próximo año se cumplirán 30 años de esta visita extraordinaria. Estamos viviendo en la Iglesia una especial Hora de María y este “tiempo de gracia” tiene dos connotaciones especiales: la presencia diaria de la Madre y los mensajes mensuales que se reciben de Ella. Se recuerda a este tenor: que aún tres videntes tienen la aparición diaria y otros tres una vez al año. Mirjana además tiene la aparición mensual el día 2 de cada mes. Mirjana no sabe por cuánto tiempo más proseguirá con este don. Los peregrinos y quienes siguen el desarrollo de los acontecimientos de Medjugorje, no pueden ver a la Virgen. Sin embargo, si la pueden escuchar. Y esto también es un don. Los videntes que aún tienen las apariciones diarias, no tienen necesidad de recibir mensajes de Ella porque la ven cotidianamente, y cotidianamente les habla. Sin embargo, el resto de los peregrinos y los devotos de la Madre sí tenemos necesidad de escuchar sus mensajes. Esto es importante subrayarlo, porque cuando la Madre habla no está hablando a los videntes, y probablemente, tampoco a los parroquianos de Medjugorje sino a todo bautizado y a todo hombre de buena voluntad. En este mensaje pues, nos exhorta a todos.
La expresión “tiniebla de la muerte”, teológicamente tiene dos acepciones principales. La primera hace referencia a la muerte física, la segunda a la muerte espiritual ocasionada por la obstinación en el pecado. En relación a la primera acepción la Virgen destaca que está con nosotros para ayudarnos a conquistar el Paraíso. Y esta misión la ha recordado muchas veces. Por ejemplo, el 25 de Octubre de 1987 dijo: “Queridos hijos! Hoy deseo invitarlos a que cada uno de ustedes se decida por el Paraíso. El camino es difícil para aquellos que no se han decidido por Dios. Queridos hijos, decídanse y crean que Dios Se ofrece a ustedes en toda Su plenitud. Ustedes están invitados y es necesario que respondan al Padre que los invita a través mío. Oren, porque en la oración, cada uno de ustedes puede alcanzar el amor pleno. Los bendigo y deseo ayudarlos a que cada uno de ustedes se encuentre bajo mi manto.” María como Madre quiere entonces, salvar a cada uno de sus hijos de la muerte eterna, está preocupada por el destino final de todos, por eso dice: “No me rechacen, hijos míos”. Entonces cuando dice: “Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte” está haciendo la invitación a que nos decidamos por el Paraíso acogiendo a Cristo que destruye el pecado.    
La segunda acepción está vinculada a la primera. El Apóstol Pablo menciona en Romanos 6:23 que “el salario del pecado es la muerte; pero el don de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús” Es decir, el apego desordenado al pecado es la antesala de la muerte física.El pecado mortal se llama mortal porque hace referencia a la muerte "espiritual " del alma (separación de Dios). Si estamos en estado de gracia nos hace perder esta vida sobrenatural. Si morimos sin arrepentirnos, perdemos a Dios por la eternidad. Cuando la Madre dice: “Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte” está invitando a salir de toda situación de pecado mortal que es muerte espiritual,  y de continuar el alma en ese estado, pierde la vida eterna.El Catecismo de la Iglesia Católica advierte, que si el estado de gracia no es “rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno” . CIC 1861. En realidad las dos acepciones están relacionas, sólo que especifican dos momentos de la privación del estado de gracia. La Madre quiere rescatar a sus hijos de ambas realidades por medio de Jesús: de la muerte espiritual y de la muerte física que excluye el alma del Paraíso.
En el mensaje la “Gospa” también dice: “Deténgase y mírense ustedes mismos, y vean cuán pecadores son. Reconozcan sus pecados y oren por el perdón.” La Virgen no exagera con estas palabras sino que intenta la conversión de todos.  Este mensaje está muy relacionado con el del 25 de octubre pasado cuando mencionó: Mi invitación quiere ser para ustedes, hijitos, una invitación para que se decidan a seguir el camino de la conversión”. En realidad, quien se detiene y ve cuán pecador es, es quien está dispuesto a convertirse. Los Santos nunca dejaron de tener conciencia de la miseria que los envolvía. Cuando una persona no ve el pecado tiene que preocuparse porque algo anda mal. María dice: “Deténganse y mírense ustedes mismos y ven cuán pecadores son. Reconozcan sus pecados y oren por el perdón.” Lo que significa que hay que buscar a toda costa que es lo que no marcha según la voluntad de Dios y cambiar.  
Para poner en práctica este mensaje hay que hacer un inventario de las faltas actuales. No se debe pasar por alto que la Madre no está hablando para dos categorías de personas: los pecadores graves y los veniales. Cuando pide detenerse, examinar y reconocer el pecado quiere que cada uno de sus hijos considere, a la luz del evangelio, que es lo que no marcha en su vida de acuerdo a lo que Jesús predicó. Nadie debe evaluar su propia vida a la luz de su criterio o del criterio de los demás; y menos aún, sobre el criterio de la sociedad, sino según la mente de Cristo Jesús, según aquello de lo que ya nos previno es Apóstol: “nosotros tenemos la mente de Cristo” 1Cor 2:16.
Y para comprender la exhortación de María de este 2 de mes, hay que volver sobre el tema antiguo que el cristiano en el mundo reproduce la vida de Jesús y no la suya. De ahí que la conversión no es otra cosa que asumir poco a poco la vida de Jesús. Quien con el Evangelio en mano compara su vida con la del Señor, encontrará mucho de qué arrepentirse. No tendrá excusa para reconocer sus pecados. El Catecismo de la Iglesia Católica recomienda, antes de ir a la confesión, “ preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios. Para esto, los textos más aptos a este respecto se encuentran en el Decálogo y en la catequesis moral de los evangelios y de las cartas de los apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas (Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef 4-6, etc.). CIC 1454. Esto nos puede ayudar a todos a responder a la invitación de la Madre.   
La Virgen dice: “Hijos míos, no quieren aceptar que son débiles y pequeños”, se refiere a aquellos que no toman en serio la conversión y tienen dificultad para hacer el debido examen de conciencia. El mensaje de este 2 es un verdadero desafío espiritual. En él la Virgen espera que sus hijos no descuiden la conversión personal. Obsérvese como indica: “Denme sus corazones purificados para que pueda iluminarlos con la luz de la vida, Mi Hijo.” Aunque de suyo no lo mencione, todo católico sabe que la manera como el corazón se purifica es por medio de la confesión sacramental.  
El próximo sábado es Primer Sábado del mes y sabemos que la Madre en Fátima pidió la Comunión Reparado el Primer Sábado de cada mes por medio de la Confesión mensual. También estamos cerca del inicio del Adviento que siempre tiene una connotación ascética y penitencial como preparación a la Navidad. Por tanto, tomemos con seriedad este mensaje para que la luz de Jesús llegue al corazón a través de la intercesión de Su Madre.
¡Sea alabado Jesucristo!



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de octubre de 2010 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia Herzegovina

“Queridos hijos, que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración. Mi invitación quiere ser para ustedes, hijitos, una invitación para que se decidan a seguir el camino de la conversión, por eso oren y pidan la intercesión de todos los Santos. Que ellos sean para ustedes ejemplo, estímulo y alegría hacia la vida eterna. ¡Gracias por haber respondido a la llamada!”


Comentario del Mensaje del 25 de Octubre de 2010   

En el mensaje de este 25 de mes la Santísima Virgen María vuelve sobre el tema de la oración. Quienes seguimos de cerca los mensajes que la Madre da desde hace 29 años y 4 meses, sabemos que este es su mensaje preferido, y quien se considera devoto suyo, parece obvio que la oración es una prioridad en la vida; de lo contrario podría evidenciarse que no hay interés de poner en práctica lo que la Madre pide. Por otro lado, la liturgia de la palabra de los últimos domingos, igualmente nos ha estado hablando de la oración cristiana, y no se puede olvidar además que estamos en el mes del Rosario, uno de los principales métodos de la oración del pueblo de Dios.
 
En el mensaje la Madre no especifica porqué orar ni cómo hacerlo, sólo subraya que este tiempo es para todos tiempo de oración. Recuérdese también que en el mensaje del mes pasado mencionó: “que vuestra vida sea una oración continua”.
 
¿Qué hay detrás de estas insistencias?

No hay que ser muy docto para intuir que la Madre —que sabe que el pecado y las imperfecciones sólo se pueden vencer con la oración continua—,  quiere la perfección evangélica de cada uno de sus hijos. Nótese que en el mensaje de este mes dice: “Mi invitación quiere ser para ustedes, hijitos, una invitación para que se decidan a seguir el camino de la conversión, por eso oren y pidan la intercesión de todos los Santos.” También en el mensaje del mes anterior mencionó algo parecido: “Os exhorto, hijitos, a hablar menos y a trabajar más en vuestra conversión personal, para que vuestro testimonio sea fecundo.” Entonces, la Madre espera que cada día la oración sea una prioridad, la oración personal y la familiar. ¿Por qué? Porque sin ellas no se puede vencer el pecado, los defectos de carácter, ni las dificultades en una familia. Y se puede afirmar además: que sin oración es imposible descubrir el pecado y vencerlo. Ante lo cual se declara: que quien no hace de la oración una opción preferencial en su vida, poco interés demuestra en su conversión personal. Y el problema no es que no haya suficiente tiempo para orar, sino que los intereses de muchos van por otro camino, los que generalmente fluctúan en el campo económico, la afectividad, la salud y la diversión.  De ahí, que tantos se lamentan de no encontrar tiempo necesario para orar, sin embargo les sobra para: navegar en internet, ver algún programa en televisión, chatear continuamente con amigos, practicar algún deporte, hacer ejercicios, estudiar, trabajar horas extras, acudir a las salas de belleza, comer en restaurantes… Entonces, es incongruente afirmar que no hay tiempo para orar, cuando la verdadera razón es que los intereses personales se mueven en otra dirección. Cualquiera persona estaría dispuesta a sacrificar cualquier cosa, si detrás de una buena conversación con un cliente se generan altos ingresos económicos. Así mismo, cualquiera persona enamorada de alguien no le importaría sacrificar cualquier cosa por permanecer a solas (mucho tiempo) con la persona amada. Sin embargo, para estar con Jesús cada día parece no haber tiempo. ¿No será porque su compañía no produce nada económicamente y probablemente, la mayoría de sus seguidores no pudieran sostener que están enamorados de Él?
 
El mundo en el que vivimos lo mueve, en gran parte, la economía, la afectividad y los placeres… y no la experiencia de Jesús resucitado en la oración, porque la experiencia en la oración, sencillamente, va en otra dirección. Jesús enseña a vivir pobre, desinstalado de todo y confiar en la Providencia, a no amar a nadie por encima de la Trinidad Santísima. Los ideales de Jesús en el evangelio son otros de los que muestra preferentemente el mundo moderno: enseña a pensar más en el prójimo que en los intereses personales, a trabajar primero porel reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. ” Rm 14:17 . Es difícil orar cuando las cosas se ven y se aprecian de otra manera. Pero considérese que la oración auténtica rompe con los criterios actuales de la sociedad secularizada, materialista y hedonista.
 
Otro detalle interesante del mensaje de este mes, es la que Virgen pide que en la oración se pida la intercesión de los Santos. Sabemos que el próximo lunes celebramos una de las Solemnidades más importantes del año litúrgico: el Día de Todos los Santos. La Madre no quiere que se pase por inadvertida esta celebración y que todavía menos, se confunda con la celebración pagana del halloween. Ese día se debe ir a Misa y dedicar espacios importantes para la oración.
 
Los Santos son aquellos que en vida hicieron en plenitud la voluntad de Dios y por consiguiente, sus oraciones en la Paraíso por nosotros nos ayudan a vivir también la virtud, aún en grado heroico. El mensaje de este mes, por tanto, ayuda a reconocer y estimar lo que en el Cuerpo de Cristo se conoce como el Tesoro de la Iglesia, que no son los bienes materiales que ella posee, sino el constante vínculo de amor e intercambio abundante de los bienes espirituales que existe entre los fieles que ya son bienaventurados y los que expían en el purgatorio y aquellos que peregrinan todavía en la tierra. (cf. CIC 1475.) Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, que además de los méritos que Cristo nos otorgó con su Redención, "pertenecen igualmente a este tesoro el precio verdaderamente inmenso, inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y las buenas obras de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos que se santificaron por la gracia de Cristo, siguiendo sus pasos, y realizaron una obra agradable al Padre, de manera que, trabajando en su propia salvación, cooperaron igualmente a la salvación de sus hermanos en la unidad del Cuerpo místico" (1477).
 
 
Cuando la Virgen dice “oren y pidan la intercesión de todos los Santos” nos está exhortando a que saquemos provecho del Tesoro de la Iglesia por medio de la intercesión de los Bienaventurados. Para acrecentar la fe en el poder intercesor de ellos es fundamental conocer sus vidas, como también conocer cómo en lo cotidiano siguieron a Jesús y vencieron las dificultades para no descuidar su vida de oración. No se olvide, por otro lado, que una de las características del magisterio pontificio de los últimos años, es el recurso continuo a la intercesión de los Santos a través de las numerosas beatificaciones y canonizaciones que se han realizado y las innumerables catequesis en torno a sus vidas. Nótese, por ejemplo, que el actual pontífice tiene cinco años de estar hablando en su audiencia pública de los miércoles sobre la vida de los Santos, y este mes la Madre nos invita a recurrir a ellos buscando su intercesión por nuestras necesidades.
Al final del mensaje dice: “Que ellos sean para ustedes ejemplo, estímulo y alegría hacia la vida eterna.” En otras palabras, María nos está pidiendo que estudiemos la vida de los Santos . Es la única manera que ellos pueden ser: “ejemplo, estímulo y alegría hacia la vida eterna” Se aprecia en el mensaje de este mes un programa de vida a corto y a largo plazo. De inmediato significaría traer a la memoria sus imágenes de cómo vivieron el evangelio, y mientras oramos podemos acudir a ellos para que intercedan en nuestra plegaria. También podríamos meditar y aplicar varias de sus virtudes a nuestro acontecer cotidiano. Pero no se pase por alto, que el mensaje de la Virgen va más allá. La Madre espera que también encarnemos sus ejemplos y el único medio para lograrlo es estudiando a fondo sus vidas. Entonces, el programa a largo, y permanente, plazo no es otro que leer y meditar la vida de los Bienaventurados. Se recuerda que a este tenor la Virgen pidió a los grupos de oración de Medjugorje, que a parte de la Biblia, su libro preferido debía ser la vida de los santos.

Los santos son nuestros amigos, intercesores y modelos de vida. La Madre quiere que estemos lo más cerca posible al testimonio heroico que han dado al mundo y a la Iglesia, para que igualmente sigamos sus huellas.
 
El mes de octubre es el mes de Todos los Santos y el mes de oración por los fieles difuntos, quienes esperan también oraciones,  Eucaristías y sacrificios para que puedan gozar cuanto antes de la contemplación del rostro luminoso de la eterna Trinidad.

¡Sea alabado Jesucristo!



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 2 de octubre de 2010 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia Herzegovina

"Queridos hijos: Hoy los invito a una humilde, hijos míos, humilde devoción. Sus corazones deben ser rectos. Que sus cruces sean para ustedes un medio en la lucha contra el pecado de hoy. Que su arma sea la paciencia y un amor sin límites, amor que sabe esperar y que los hará capaces de reconocer los signos de Dios, para que su vida con amor humilde, muestre la verdad a todos aquellos que la buscan en la tiniebla de la mentira. Hijos míos, apóstoles míos, ayúdenme a abrir los caminos que conducen a Mi Hijo. Una vez más, los invito a la oración por sus pastores. Con ellos triunfaré. ¡Les agradezco!"


Comentario del Mensaje del 2 de Octubre de 2010   

La Virgen María por medio de la vidente Mirjana, ha pedido que el día dos de cada mes se ore "por quienes no experimentan el amor de Dios en sus corazones." Este 2 de octubre tiene la peculiaridad de coincidir también con el Primer Sábado de Mes (día de Reparación al Inmaculado Corazón de María) y Fiesta de los Ángeles Custodios, según el calendario litúrgico. Estamos además al inicio del mes del santo Rosario y mes de las misiones.
 
En el mensaje de este 2 de mes, la Madre ha hecho una llamada a vivir en humildad la devoción y esta llamada está en conexión con el mensaje del 25 de septiembre pasado cuando mencionó: "Los exhorto a vivir aún más su vida de fe, porque aún son débiles y no son humildes." Vemos pues, queen menos de 7 días ha subrayado 2 veces el ejercicio de la virtud de la humildad. En el primer mensaje hablaba de la humildad en general y en el segundo, sobre el espíritu de la devoción. Y sabemos que la devoción es siempre una actitud hacia Dios. Por consiguiente, la Madre espera que sus hijos aprendan a dirigirse a Dios humildemente, a través de todas las formas de piedad reconocidas por la Iglesia.
 
En el evangelio hay una parábola de Jesús que enlaza muy bien con esta nueva llamada de la Madre y que es conocida por todos los cristianos. En esa parábola dos hombres fueron al Templo de Jerusalén a orar y sólo uno salió justificado: el que se dirigió a Dios con humilde devoción (cf. Lc 18:9)
 
¿Qué puede significar dirigirse a Dios con humilde devoción?
 
Relacionarse con la Trinidad Santísima con humildad, no es otra cosa que despojarse de todas las máscaras; abrir el corazón y presentar la realidad interior: tal como Él la conoce. Dios espera que cada uno de sus hijos se le presente de esta manera. Es la única manera como la devoción puede ser humilde. Si el hombre no se acostumbra a relacionarse con Dios así, la religión puede ser parte de las máscaras. Una máscara más. Así ocurría con los fariseos del evangelio: ellos pensaban que estaban bien porque oraban frecuentemente, ayunaban dos veces por semana, daban el diezmo de todos sus bienes... Sin embargo, despreciaban al pobre. Y lo peor de todo, era que su religión era una comedia porque el corazón permanecía cerrado a Dios. Y cuando el corazón permanece cerrado a Dios permanece igualmente cerrado al hermano.  Por lo tanto, un termómetro seguro de cuanto el creyente se abre a Dios son las obras de caridad que hace al prójimo que sufre: "cuanto dejaron de hacer con unos de estos más pequeños, también conmigo dejaron de hacerlo" Lc 25:45.
 
 
La Madre no quiere que sus hijos vayan trompeteando como los fariseos. No quiere que algún hijo suyo diga: "yo ayuno dos veces por semana a pan y agua"; "yo rezo cada día 3 partes del Rosario"; "yo voy a Medjugorje"; "yo medito cada mes los mensajes de la Virgen". La Madre por el contrario, espera que todos sus hijos vivan sus mensajes con verdadero espíritu de humildad: hacia Dios, en primer lugar y humildad hacia el prójimo. Y para lograrlo hay que despojarse de todas las máscaras. Una manera excelente de despojarse de ellas es por medio de la confesión frecuente. Aunque la Madre no lo mencione en este mensaje, todo hijo de María Reina de la Paz, sabe que la Madre ha recomendado la confesión mensual y ha dicho: "no existe en la tierra una sólo persona que no tenga necesidad de confesarse, al menos, una vez al mes." Y cuando se acude a la confesión, se debe hacer sin ocultar nada al sacerdote, y con el debido examen de conciencia y arrepentimiento profundo por haber ofendido a Dios. Además, se debe considerar el consejo de Don Bosco: "para crecer más en la humildad se debe acudir siempre al mismo sacerdote."
 
La Confesión bien hecha es la mejor medicina contra las máscaras, contra la soberbia, la presunción, la autosuficiencia, la vanidad... en suma: contra el orgullo, piedra angular de todos los demás pecados. Y luego, con espíritu de humildad, reconocer las propias miserias y vivir en agradecimiento a Dios por haber experimentado Su misericordia.
 
Los orgullosos tienen dificultad para experimentar la misericordia de Dios: saben que son esclavos del pecado y no hacen nada para cambiar. Recuérdese que nunca el hombre es tan grande como cuando se arrodilla delante de su Creador.
 
Luego, en el mensaje la Virgen dice: "Sus corazones deben ser rectos". Como diciendo "no imiten la conducta de los demás" o "de quienes no caminan en rectitud."  Todos estamos rodeados de gente que no sabe conducirse correctamente, que no es perfecta; aún en los monasterios pasa. Pero lo cierto es que nadie debe juzgar las actitudes de los demás, y cada cual debe velar por la rectitud de su propia conciencia. Y el mejor manual para enderezar el corazón es siempre el evangelio de Jesucristo. La Madre ha dicho que cada día, antes de las labores cotidianas, todos debemos leer y meditar la Palabra de Dios; antes que cualquier noticia, antes de ver el correo electrónico, los chats, las llamadas de los móviles. Primero la Palabra de Cristo, leer lo que Jesús me dice personalmente cada día. Así se endereza el corazón.
 
El corazón recto es aquel que no sigue los caprichos de la moda, del mundo materialista y hedonista, los caprichos de la sensualidad actual... Es el corazón que sabe dirigirse por el Espíritu Santo. Por eso la Madre en el mensaje del 25 de septiembre dijo: "Y que vuestra vida sea una oración continua." Sin oración, tampoco se puede enderezar el corazón. La Virgen está preocupada por la salvación de sus hijos y por eso no da tregua. Una buena Madre jamás se cansa de aconsejar a sus hijos. Por eso María no está cansada de aconsejarnos.
 
Luego dice el mensaje: "Que sus cruces sean para ustedes un medio en la lucha contra el pecado de hoy." El sentido de esta frasela invitación a colaborar con la conversión de los fieles por medio del apostolado de la Cruz, o sea, por medio de la aceptación y del ofrecimiento a Dios de todos los sufrimientos. Es una invitación a ayudar a los demás con el dolor de cada uno. A no ver en la cruz una derrota sino una oportunidad valiosa para la transformación de las almas. Es el rostro victorioso de la cruz que Jesús descubrió y siguió en el Getsemaní y en el Gólgota; que los santos también descubrieron.
 
Este 3 de octubre Mons. Angelo Amato a nombre del papa, beatificó en el norte de Italia a una ama de casa y madre de seis hijos. A los 15 años perdió su padre. A los tres meses de haberse casado perdió a su madre. Amó muchísimo a su marido y a cada uno de sus seis hijos, a quienes educó en la fe, la oración y la virtud. Pero obsérvese, que a la edad de 39 años murió su marido después de 4 meses de enfermedad y luego de haber perdido dos hijos. Quedó sola con 4 niños. La niña más pequeña tenía sólo tres meses cuando murió su padre. Entonces murieron otros 3 hijos quedando vivo sólo el mayor Poldino, quien entró a un Monasterio benedictino. Sin embargo, también él murió a la edad de 26 años. Esta mujer, quien se consagró a Dios en el Orden de Viudas consagradas llegó a  decir: " Si ha existido en la vida una persona feliz, esa soy yo". No fue masoquista, compréndase, sino que descubrió el lado victorioso de la Cruz; le sacó provecho.  Cuando quedó sola se dedicó a servir a las niñas pobres de la calle, visitaba las cárceles y procuraba, a la salida de las internas, brindarles una vida digna en la sociedad. Llegó a fundar dos congregaciones religiosas que hoy dan mucho fruto en el mundo. Tal era la fama de santidad en vida, que hasta Don Bosco y el Arzobispo de Milán, la visitaban para pedirle consejo. Murió a la edad de 52 años. La cruz para ella fue una lucha constante contra el pecado del mundo y así pudo dar extraordinario fruto.
 
No le pidas a Dios que te quite la cruz. Pídele más bien la fuerza para cargarla con amor y para que te sirvas de ella para luchar contra el pecado. Como hizo Ana María Adorni. Esa mujer le dijo cientos de veces al Señor: "Te ofrezco mi dolor por la salvación de las almas", y pudo redimir a muchas mujeres encarceladas, maltratadas...  salvó a muchas niñas de la calle y sus obras continúan dando fruto en la Iglesia de Cristo. ¡Cuestiónate como estás viviendo la dimensión de la cruz en tu vida diaria!
 
En el mensaje también la Virgen dice: "Que su arma sea la paciencia y un amor sin límites, amor que sabe esperar y que los hará capaces de reconocer los signos de Dios, para que su vida con amor humilde, muestre la verdad a todos aquellos que la buscan en la tiniebla de la mentira". Este es el corazón del mensaje de este 2 de octubre. La Madre invita a sus hijos a que se revistan de paciencia y de amor sin límites... Seguramente frente a los defectos del prójimo y frente a las circunstancias dolorosas por la que cualquiera puede atravesar.
 
La paciencia y el amor sin límites son dos virtudes que van unidas. Sin amor no puede haber paciencia y sin paciencia no puede haber amor. Una lleva a la otra. No obstante -y es la llamada de la Madre-: se deben cultivar las dos juntas. La paciencia no es un sentimiento, es una respuesta ante alguna dificultad, conflicto, malestar, incomodidad... La raíz de la palabra "paciencia" es la misma que "padecer", "aguantar", "calma" "esperar" ,"tranquilidad", "serenidad" ,"soportar", de lo cual se deduce: que quien es paciente es aquel que sabe permanecer en tal o cual situación, sin desfallecer. La Madre dice: "Que su arma sea la paciencia". Como quien dice: "esperen, confíen, no se alteren... en medio de las pruebas". Y por otro lado dice: "que la otra arma sea el amor sin límites.". Estos son los medios más eficaces frente a la cruz. Fue el ejemplo del Señor en el Getsemaní y en el Gólgota. La Madre quiere que cada hijo suyo saque provecho de su propio Getsemaní y de su propio Gólgota: con paciencia y amor sin límite. Sólo cuando se actúa de esta manera se descubre la tiniebla de la mentira de la conducta de los demás.
 
Las armas de la "paciencia y del amor sin límite" no son pasivas, no son fracaso. Por el contrario: es la única manera, según el mensaje, de desenmascarar al maligno y su influencia en la mente de los demás. El  amor es la mejor arma que todos poseemos para triunfar en medio de las injusticias, incomprensiones, abusos, atropellos.
 
Hace poco celebrábamos la memoria de una santa que triunfó por su manera de amar: Santa Teresa de Liseux. Ella llegó a exclamar: "en el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor." Después de muchos años de crisis existencial, descubrió que su vocación era el amor. Pero la vocación al amor no es sólo la vocación de Teresa del Niño de Jesús, sino la de todo cristiano: en el corazón de la Iglesia todos estamos invitados a amar sin límite. Así se vencen los asaltos del maligno y se desarman las tinieblas. No hay que tener miedo al amor.
 
Al final del mensaje la Madre dice algo muy importante: "Hijos míos, apóstoles míos, ayúdenme a abrir los caminos que conducen a Mi Hijo." Es una de las raras veces que la Virgen llama a sus hijos "apóstoles". Sabemos que ese término en la Escritura está reservado a los Doce y a sus sucesores, los Obispos. Pero ahora la Madre lo utiliza en forma genérica (no literal) para referirse a quienes escuchan sus mensajes. Recuérdese que el término Apóstol, del griego bíblico "apostolós" significa "enviado", y es lo que la Virgen María espera de cada uno de sus hijos: que todos sean "enviados" humildes para que puedan abrir los corazones de los demás a Jesús. Y la mejor manera de hacerlo es con el propio TESTIMONIO. La Madre decía en el mensaje del 25 de septiembre: "Hablen menos y trabajen más en su conversión personal."
 
La última parte del mensaje es del todo significativa: "Una vez más, los invito a la oración por sus pastores. Con ellos triunfaré. ¡Les agradezco!". La Virgen quiere que oremos por los pastores de la Iglesia. No dice: "oren por los Obispos" o "por los sacerdotes", sino "por los pastores"... porque con esta expresión entra toda la jerarquía de la Iglesia y también los religiosos que en muchos lugares son pastores. Entonces, considérese esta petición para este mes del Rosario. Cada vez que rezamos el salterio mariano podemos incluir a los "pastores" de la Iglesia, lo mismo en la Adoración a Jesús Sacramentado, o bien, en las intenciones de la Eucaristía.
 
La Virgen en el mensaje asegura que por medio de los "pastores" Ella triunfará. La expresión es misteriosa porque no sabemos a qué triunfo se refiere ni cuándo. No obstante, lo asegura. El Cardenal Ratzinguer (hoy Benedicto XVI) cuando comentó la tercera parte del "secreto" de Fátima escribió al respecto algo sobre ese triunfo:  
 
"Quisiera al final volver aún sobre otra palabra clave del «secreto», que con razón se ha hecho famosa: «mi Corazón Inmaculado triunfará». ¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fiat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este «sí» Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: «padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa."
 
Oremos:
Oh Jesús, Te invitamos ahora a que nos ayudes  a confiar en la Promesa de Tu Madre, la Reina de la Paz: "al final Mi Corazón Inmaculado triunfará". Hoy nos ha dicho que ese triunfo vendrá por medio de los pastores. Por eso pongo delante de Ti a todos los pastores de la Iglesia Católica: a los Obispos, a los sacerdotes, a mi Párroco, a todos los diáconos de la Iglesia, y en general, a todos los ministros de tu Palabra; y cuantos me transmiten la fe.
 
¡Gracias por la llamada que Tu Madre me hace hoy para colaborar contigo en la salvación de las alamas por medio del Apostolado de la Cruz. ¡Gracias por el testimonio en la Iglesia de tantas almas consagradas! Pongo delante de Ti las necesidades de todos ellos, sobre todo las del orden espiritual: ¡que sean santos como Tú eres Santo!
 
Jesús, enséñame a ser humilde como Tu corazón ardientemente lo desea. Concédeme el don de dirigirme siempre a Ti con devoción humilde. ¡Que mi vida religiosa no sea una máscara más! Tú me conoces, sabes en realidad quien soy y lo que soy. Pongo delante de Ti todos mis defectos de carácter, mi impaciencia, mi falta de amor... en suma: mi orgullo, mi presunción y mi autosuficiencia.
 
Señor: enséñame, por medio de la oración, el ayuno y la meditación diaria de Tu Palabra a ser un apóstol que trabaja afanosamente por la conversión de las almas; sobre todo con mi manera de comportarme.
 
Te doy gracias Jesús, por todos los beneficios que he recibido a lo largo de mi vida: por mi hogar, mi familia, mis hijos, mis padres... por cuantos viven conmigo. Hoy Te los consagro una vez más.
 
En este mes dedicado al santo Rosario quiero pedirte cada día por todos los pastores de Tu Iglesia y por mi propia conversión: hazme descubrir cada día mis miserias, mis egoísmos, mis apegos, mis esclavitudes que impiden que sea un real apóstol en el mundo.
 
Jesús: ven hoy a mi corazón. Te recibo un vez más como mi único Señor y Salvador.
 
También recibo a hoy Tu Madre en mi corazón como mi principal Maestra de vida espiritual.
 
María gracias por Tu invitación Materna a la paz y la conversión de las almas: ayúdame a decir "sí" a Jesús y a los proyectos de Dios en mi vida.
 
Ven Espíritu Santo, ven por María y endereza todo lo que en mí esta torcido. Haz que vea siempre la luz y camine como hijo de la Luz.
 
Espíritu Santo: Te necesito. Necesito Tu Luz; Tu unción; Tu fuego de amor y de paciencia. Enciende mi corazón; ven por María y quédate en mi corazón.



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de septiembre de 2010 y reflexión del P. Francisco Á. Verar. Medjugorje, Bosnia Herzegovina

“Queridos hijos: Hoy estoy con vosotros y os bendigo a todos con mi bendición maternal de paz, y os exhorto a vivir aún más vuestra vida de Fe, porque aún sois débiles y no sois humildes. Os exhorto, hijitos, a hablar menos y a trabajar más en vuestra conversión personal, para que vuestro testimonio sea fecundo. Y que vuestra vida sea una oración continua. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”


Comentario del Mensaje del 25 de Septiembre de 2010   

Antes de comentar el mensaje que la Virgen nos ha dado este 25 de septiembre, conviene recordar lo que nos dijo en los dos últimos mensajes. Porque ningún mensaje está separado de otro. Cuando la Madre vuelve hablar, no se debe olvidar lo que mencionó antes. La Virgen ha dicho que sus mensajes “son como las piedras de un mosaico”. Por consiguiente, cada mensaje es importante y se debe tener presente que ningún mensaje anula el anterior.

En el mensaje del 25 de mes pasado la Virgen dijo: “Deseo de nuevo invitarlos: oren, oren, oren. Que este tiempo sea para ustedes tiempo para la oración personal. Durante el día busquen un lugar, donde en recogimiento puedan orar con alegría”. Podemos tener siempre presente esta llamada, porque la Madre urge a sus hijos queridos, a la pastoral de la oración continua con el corazón. Y para cumplir con ese objetivo, como dice el mensaje: hay que buscar un lugar donde a solas se pueda estar con Dios. La Madre dijo: “Que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración”, y el acento recayó en la oración personal, que no suprime la oración comunitaria, sino que la complementa y la fundamenta.

Posteriormente, en el mensaje del 2 de septiembre, por medio de Mirjana, habló sobre la necesidad de superar las pruebas del tiempo presente, y enfatizó, que una de ellas era el“no saber perdonar y el no pedir perdón.” Considérese que este mensaje va unido al anterior que hablaba de la oración personal. Porque nadie que tenga rencor en su corazón, frente a alguien que no ha perdonado, puede orar en paz y en recogimiento; al igual, si es consciente que debe pedir perdón a alguien que ha ofendido. De esta manera, vemos que los mensajes de la Virgen están siempre relacionados unos con otros. Hay que “orar, orar y orar,” pero sin olvidar el aprendizaje del amor que conlleva “perdonar y pedir perdón” al hermano a quien se ha ofendido. Se recuerda que Medjugorje es una llamada a la oración y una escuela de amor. Los dos mensajes anteriores resumen lo esencial que la Madre pide a lo largo de estos 29 años y tres meses que tiene de estar apareciendo.

En el mensaje de este 25 dice: “Queridos hijos: Hoy estoy con ustedes y los bendigo a todos con mi bendición maternal de paz ”. No es la primera vez que la Virgen se expresa de esta manera. Podemos decir que esta expresión forma parte de sus saludos habituales:“Estoy con ustedes… los bendigo a todos…” Es una forma de hacernos sentir su amor, su cercanía, su intercesión. La Madre no quiere que ningún hijo suyo se sienta excluido de su cariño. Por eso dice: “los bendigo a todos”.

Todos somos hijos de María y todos necesitamos de Su amor, de Su bendición maternal de paz. María quiere que cada fiel que lea o escuche sus mensajes, se sienta realmente bendecido y amado por Ella, porque para María no hay hijos predilectos ni excluidos. Todos los hombres, sin distinción de raza, credo, cultura… son hijos de María, porque son hijos de un mismo Padre y tienen un mismo Salvador y Redentor Jesucristo.

Ahora pasemos a una de las partes más significativa del mensaje: “…los exhorto a vivir aún más vuestra vida de fe, porque aún son débiles y no son humildes.” Todos los mensajes que la Virgen da son exhortaciones. Todos son importantes. No hay un mensaje más importante que otro. Pero, no se olvide: todos tienen un fin particular: conducir la humanidad hacia la paz y la conversión profunda. El mensaje de este 25 de septiembre, examina un aspecto de la conversión y de la paz: el de la vida de fe de los creyentes, del cristiano católico.

La Madre está pidiendo a todos ahora, que hagamos un alto y que cada cual examine como se encamina la vida de su fe en el cotidiano vivir.

La vida de fe a la que María se refiere, es la vida pública de cada creyente, en su casa, en el trabajo, en el colegio, la universidad, en el campo intelectual, profesional, científico o artesanal. En suma: la vida que da razón a los demás de Jesucristo. María exhorta a todos a vivir esa vida de una manera más profunda, y todos sabemos que la única manera de hacerlo, es tomando más en serio la conversión. Por eso dice en el mensaje: “aún son débiles y no son humildes”. Por lo tanto, la Madre espera que se trabaje con seriedad en la humildad.

¿Qué es la humildad?

La humildad evangélica es una sola y tiene dos componentes. Es una virtud que refrena el sentimiento de presunción, orgullo, soberbia… pero también es la virtud que nos hace reconocer lo que realmente somos ante Dios; no frente a los hombres, porque Dios es el único que sabe en realidad quienes somos. El humilde es aquel que sabe reconocer sus limitaciones pero también reconoce sus virtudes y sus talentos: diría santa Teresa de Ávila: “caminar en la humildad es caminar en la verdad”. Entonces, para acrecentar la virtud de la humildad hay que trabajar con seriedad en los propios defectos de carácter y de conducta, pero también, hay que reconocer los dones que Dios nos ha dado y que con Su ayuda, hemos conquistado. Y la mejor manera de trabajar en la humildad es: asumiendo en el corazón la vida de Jesús.

Una persona puede meditar horas acerca de la humildad y luchar con todas sus fuerzas por transformar su carácter, su orgullo… y luego darse cuenta que de nada sirvió. Entonces, hay que descubrir una forma mucho más eficaz para llegar a la humildad. Y en esta meditación quiero revelarte una más sencilla y eficaz: abriéndole las puertas del corazón de par en par, a la persona más humilde que ha existido: JESÚS; para que luego reproduzcas Su imagen en el mundo. Se trata entonces, de ponerte cada día frente a Él.

Sólo cuando cada día se le abre la puerta del corazón a Jesús, (el hombre humilde por excelencia) entonces, se puede avanzar en esa virtud y en todas las demás. Ese es el ejemplo que los santos nos han dejado. Ellos no lucharon contra la soberbia, el orgullo, la presunción, la autoestima…. porque sabían que era inútil; que no servía tanto. Ellos, por el contrario, se esforzaron por abrirle cada día el corazón a Cristo; para que Él los transformara.

Los santos descubrieron que el único que podía derribar el Goliat de su orgullo era Jesús; por ello se colocaban frente a Él cada día.

Veamos el ejemplo de San Benito. Él nos dejo un bello tratado de humildad, como también no los dejó Tomás de Kempis. Pero todo lo que Benito escribió y lo que escribió Tomas de Kempis, fue lo que Jesús hizo en ellos. Por eso es inútil pretender ser humilde por las propias fuerzas. El mejor consejo para alcanzar la virtud de la humildad es ponerse cada día delante de Jesús. Ese es el mayor ejercicio de humildad. Quien logra hacerlo, se da cuenta de que por sí mismo, como creyente, no puede alcanzar por sus propias fuerzas nada porque todo depende de Jesús. Obsérvese, que sí cada día se le abre el corazón a Jesús, uno cae en la cuenta que todo depende de Él y que siempre está a nuestro lado. Y si se procede cada día de esta manera, tampoco existirán problemas para abrirle el corazón al hermano. Y de esta manera se le puede también tenderle la mano.

Cuando pongo mi corazón cada día delante de Jesús, me doy cuenta que Él dependía de Su Padre, que se abría siempre a Su ayuda, que era pobre delante del Padre. Y me enseña a ser pobre delante del Padre y delante del prójimo. De esta manera es fácil vencer la presunción, el orgullo… se trata de reconocer lo que Dios mismo reconoce que soy yo.

Entonces, Jesús el mejor y más perfecto Maestro de la humildad y del amor. Para ser humilde hay que tener los ojos fijos en Él. De ahí que san Ignacio de Loyola recomendaba cada viernes meditar uno de los 4 evangelios de la Pasión del Señor. La Pasión de Jesús es la mejor escuela de humildad. La humildad no se aprende por medio de libros o en la universidad, sino a los pies de Cristo crucificado.

La segunda exhortación del mensaje también es importante: “Los exhorto, hijitos, a hablar menos y a trabajar más en vuestra conversión personal, para que su testimonio sea fecundo”. Esta parte del mensaje va unida a la anterior, porque una expresión concreta para vivir la humildad es el silencio. Según san Benito el noveno grado de la humildad es“hablar sólo cuando a uno se le pregunta”. De seguro que la Madre no espera que todos asumamos esa conducta, que de por sí podría ayudar a muchos matrimonios y comunidades en crisis. Pero recordemos que nos ha pedido, concretamente: trabajar más en la conversión personal y hablar menos. Para que de esta manera, el testimonio sea fecundo, porque cuanto más se habla, menos se trabaja en la conversión personal. Recuérdese que muchas conversaciones pueden manchar el alma personal y la de los demás. Además, de robarle tiempo a Dios. Santa Teresita del Niño Jesús decía que “lo que se habla se contamina”. Luego, la conversión también se demuestra frenando la lengua.

La carta de Santiago dice: “Si alguno no cae al hablar, puede ser considerado un hombre perfecto, capaz de refrenar todo su cuerpo. Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan, podremos dirigir todo su cuerpo…En efecto, la lengua que es uno de nuestros miembros, puede contaminar todo el cuerpo…” St. 3: 2-6. Esto es una advertencia, si no se cuida lo que se habla, porque podría estropear el cuerpo y el alma. También Jesús dijo: “no es lo que entra lo que estropea al hombre sino lo que sale de su boca.” Y la Madre en el mensaje de este mes nos invita a “hablar menos y a trabajar más”. Nos está pidiendo orden y decoro en nuestra manera de expresarnos, sea porque se habla más de lo que se debe (y esto incluye los chat, mails, móviles) o bien: porque faltamos al amor en nuestra manera de expresarnos.

Sustituir el diálogo, los mails, los chats… por el trabajo de la conversión personal no es fácil, pero tampoco es un imposible.

Como ocurre con los demás mensajes de la Virgen, lo primero es la decisión personal.

Convertirse es una decisión. Es lo que espera María; de lo contrario no lo pediría: Quiere que todos nos decidamos a trabajar más en la conversión personal y no perder tanto tiempo en temas y conversaciones triviales. La Madre ve desde el cielo a cada uno de sus hijos, y se da cuenta en qué estamos fallando. Sus mensajes son un indicativo de lo que vivimos en la tierra. Es lo más hermoso de la presencia de María en Medjugorje.

También dice el mensaje: “Y que su vida sea una oración continua.” Esta es la parte del mensaje más relacionada con el mensaje del 25 de agosto cuando mencionó: “oren, oren, oren…” Todos sabemos que quien se decide por la oración, se decide por la conversión. Las dos cosas van de la mano. La oración nos lleva a la conversión y la conversión nos lleva a la oración. Los grandes orantes, en la historia de la espiritualidad cristiana, fueron los grandes “convertidos”, y viceversa. La Madre al decirnos: “Y que su vida sea una oración continua” nos está pidiendo oración las 24 horas del día. Es decir: que la vida entera llegue a ser oración. La Madre no puede pedir imposibles ni quiere desligarnos de nuestras responsabilidades habituales.

¿Cómo podemos lograr para que nuestra vida sea oración continua?

Pienso que en el fondo es lo mismo que para vivir en profundidad la virtud de la humildad: abrir cada día el corazón a Jesús. Porque la oración es siempre un encuentro personal con Cristo y la Santísima Trinidad. No se trata de repetir palabras por repetir… es encontrarse cada día con Dios. Y todo hombre, si se lo propone: puede vivir las 24 horas en la presencia de Dios. Eso es orar. Pero para llegar a eso, se debe comenzar cada día abriéndole las puertas del corazón al Creador, y cuando avanza la jornada, volverlo hacer. Cuando la Virgen nos pide que recemos tres partes del Rosario cada día, nos está invitando a que cada vez, durante la jornada, le abramos por momentos el corazón a Dios; hasta que esté presente en cada minuto de la jornada y así lograr también que esté presente en el sueño nocturno.

Nadie debe decir después de rezar las tres partes del Rosario cada día: “ya cumplí el mensaje de los tres Rosarios”. Si se expresa de esta manera quiere decir que no entendió nada. Porque la Virgen cuando nos pide que recemos tres partes del Rosario cada día, es para que cada vez el corazón se le pueda abrir a Dios; para que cada vez se experimente Su amor. El Rosario es sólo un método, lo importante no es el método sino hacia donde el método nos debe llevar.

Si cualquiera toma el Rosario varias veces al día, cada vez que lo toma abrirá más su corazón a Dios. Estamos por iniciar el mes del Rosario. En un mensaje dijo la Virgen que “el mes de octubre era Su mes”, porque es el mes del Rosario. Lo que significa que es el mes de la oración. Recuérdese que ha dicho: “Y que su vida sea una oración continua,” Por medio del rezo frecuente y constante del Rosario, se puede lograr que la vida sea oración continua.

Oremos:

“Oh Jesús, me pongo delante de Ti y de Tu Madre Santísima en este momento.
Quiero pedirte, con todas las fuerzas de mi corazón, el don de la humildad infusa.
Tú me conoces, sabes las luchas que tengo con mi orgullo, mi vanidad, mi presunción. ¡Cuántas veces no he caído en estas cosas!

Por eso Te pido hoy que me perdones. De esta manera comienzo a practicar la humildad.

Tu Madre me ha enseñado, que para crecer en el amor y superar las pruebas de este tiempo debo “perdonar y pedir perdón.”

Tú sabes que por mi orgullo y presunción me ha costado “perdonar y pedir perdón” muchas veces.

Hoy comienzo pidiéndote perdón a Ti, en primer lugar, por haberte ofendido con mis actitudes; por haberte desplazado de mi vida, por mi autosuficiencia. Ahora reconozco, junto a Tu Madre, mi error. Ayúdame a cambiar. Hoy te pido, con todas las fuerzas de mi corazón: haz mi corazón semejante al Tuyo. No pases delante de mí sin detenerte para sanarme. Te necesito más que nunca, porque sin Ti jamás podré ser humilde, jamás podré perdonar, jamás podré pedir perdón a los demás, como debo hacerlo. Ahora reconozco mi miseria, mi pequeñez, mi minoridad, el vacío que hay en mí, por mi orgullo.

Jesús, enséñame a ser sobrio en mi manera de expresarme. Sobrio, no sólo en las comidas y bebidas, en los programas de televisión y en el manejo de la internet, del móvil… Jesús: haz que pueda moderar mi manera de expresarme frente a los hermanos, para no ofenderte con mi vocabulario, y sobre todo, con el tiempo que pierdo en conversaciones triviales, vanas, superficiales, efímeras…. pudiendo aprovechar ese tiempo para la oración y mi conversión personal.

Pongo delante de Ti Jesús, a cuantos viven conmigo: protégelos, cuídalos, bendícelos… que como yo, cada uno de ellos puedan sentirse amados y perdonados por Ti.

Jesús: hoy me decido a perdonar de corazón a cuantos me han ofendido a lo largo de mi vida, porque no puedo vivir la conversión, ni puedo orar con el corazón con resentimientos. Coloca en mi memoria a cuantos me han ofendido y aún no he perdonado de corazón.

Por otro lado: haz que tenga conciencia clara del prójimo a quien he ofendido y esperan que le pida perdón. Hoy me decido hacerlo. De esta manera, comienzo a trabajar en la humildad. Humildad también es “perdonar y pedir perdón”. Tú me lo has enseñado.

De hoy en adelante quiero ponerme todos los días delante de Ti, sin ningún tipo de reservas, porque Tu eres mi Salvador, mi Señor. Te doy gracias por Tu sufrimiento en Cruz y por cuanto padeciste por mis pecados. ¡Gracias Jesús! Porque Tu Cruz es la mayor escuela de humildad.

Oh María, Madre del amor, Reina de la humildad, enséñame a perseverar en el camino de Tu Hijo que es el único que conduce a la salvación. Te doy gracias por tus mensajes, por Tu presencia diaria en Medjugorje que me ayuda en mi conversión. Tú eres la Reina de la Paz y la Reina también de mi corazón.

Recibo alegre Tu bendición maternal que me cuida, me protege y me guía por el camino del amor y de la humildad. Dios te Salve Maria…

¡Sea alabado Jesucristo!


Padre Francisco A. Vérar



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 2 de septiembre de 2010 por medio de Mirjana Soldo y reflexión del P. Francisco Á. Verar
Medjugorje, Bosnia Herzegovina

«Queridos hijos: estoy en medio de ustedes porque deseo ayudarlos a superar las pruebas que este tiempo de purificación pone delante de ustedes. Hijos míos, una de ellas es el no perdonar y el no pedir perdón. Cada pecado ofende el amor y los aleja de él; ¡el amor es Mi Hijo! Por eso, hijos míos, si desean caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios, deben aprender a perdonar y pedir perdón. ¡Les agradezco!»
 
Por lo general, los mensajes que la Madre nos da el dos de cada mes obedecen a nuestra conducta con el prójimo. En el mensaje del 25 de agosto pasado, nos pidió orar constantemente y buscar durante el día un lugar para la oración personal en recogimiento. Pero en el mensaje del dos de septiembre agrega una invitación concreta para hacernos reflexionar que no podemos orar con el corazón si se descuida la relación con el prójimo.
 
El mensaje de este dos de mes, cuando la Virgen nos pide que oremos «por quienes no experimentan el amor de Dios en sus corazones» comienza diciendo: «queridos hijos: estoy en medio de ustedes porque deseo ayudarlos a superar las pruebas que este tiempo de purificación pone delante de ustedes». Si el mensaje se hubiera quedado hasta allí, cada cual hubiera sacado sus propias conclusiones, de que esas pruebas eran las del orden afectivo, familiar, económico o de la salud. O bien, en el campo social: la aprobación antinatural, que algunas legislaciones han hecho recientemente, aprobando los matrimonios homosexuales con adopción de niños, la aprobación de los abortos, los divorcios exprés. O bien, en el campo ecológico: las inundaciones, huracanes… Pero la Madre va más allá, porque sabe que la raíz de los males reside en el corazón del hombre.
 
Dios envía a Su Madre en este tiempo de purificación para ayudarnos. La Virgen no es una “carga” para la Iglesia sino una ayuda, un medio extraordinario de Dios de intercesión frente a los tiempos que estamos viviendo. ¡Ella está para ayudarnos! En realidad, es una gracia que aún se esté apareciendo todos los días en Medjugorje. Que nos siga dando sus mensajes cada mes y que en cada aparición ore y bendiga a los peregrinos presentes. Pero todavía hay algo más importante: que la Madre espera que todos le abramos cada día las puertas del corazón de para en par, para que pueda conducirnos. En este mensaje nos recuerda que está entre nosotros para ayudarnos como Madre y desea ayudarnos a superar las pruebas.
 
Ahora bien, la Madre puntualiza una prueba particular. No ha dicho que sea la más urgente ni la única que le interese que superemos. Cada cual tendrá las suyas. Pero la Madre ve una prueba que toca a todos sus hijos, la prueba del perdón. ¿Por qué el perdón es una prueba? Porque detrás de él se esconde una herida. Veamos.
 
La Virgen dice en el mensaje: «Hijos míos, una de ellas es el no perdonar y el no pedir perdón» Cuando una persona no quiere perdonarse a sí misma, no quiere perdonar al prójimo, sin darse cuenta, se está sometiendo a una prueba. Pero se debe aclarar de inmediato, que esa prueba no viene de Dios sino de sí mismo. No obstante, toda prueba Dios la permite.
 
¿Por qué cuando una persona no perdona es una prueba? La respuesta es simple: Dios observa cuánto el alma ama. Obsérvese que el mismo mensaje dice: «Cada pecado ofende el amor y los aleja de él» Por lo tanto, cuanto más una persona le cuesta perdonar más probada será en el amor. Hay que orar, ayunar, confesarse cada mes, meditar los mensajes de la Virgen, asistir a Misa regularmente… pero sin caer en el fariseísmo, que es lo propio de aquellos que, según el evangelio: no viven lo que predican, dicen una cosa y hacen otra. El fariseísmo es hipocresía, comedia, falsedad, porque no se fundamentaba en al amor, sobre todo en el amor al prójimo.
 
Recuérdese, que Dios nos prueba en el amor porque es el amor es la asignatura final. Cuando cada cual se presente delante de Dios todos seremos examinados en el amor. Y por lo mismo, todas las prácticas de piedad deben ser encausadas hacía él. Por eso la Madre, que nos pide orar tanto, siempre dice que el mensaje más importante que Ella trae a la humanidad es la conversión. Está más cerca de Dios y de María, no quien más ora o quien más trabaja en la Iglesia, sino el que más amor tiene en su corazón. Y la expresión más radical del amor, se subraya, no es el afecto ni el sexo (como frecuentemente enseña el mundo) sino el perdón.

La palabra perdón o perdonar proviene de dos términos. Del sufijo latín «per» y del verbo «donare». La preposición «per» significa «por medio de» o «en presencia de» o «excesivamente»; y «donare» significa: regalo, entrega, donación, obsequio, dar… En otras palabras, el que perdona es aquel que sabe donarse, «obsequiarse» o entregarse abundantemente. De ahí que el perdón es la expresión más radical de amor. Y también de la oración. La Virgen ha puesto el dedo en la llaga. No quiere que sus hijos se queden en el pietismo o que hagan de Medjugorje sólo una devoción. Medjugorje es siempre un llamado serio a la conversión que pasa por medio del amor.
 
El mensaje de este dos dice: «Queridos hijos: estoy en medio de ustedes porque deseo ayudarlos a superar las pruebas que este tiempo de purificación pone delante de ustedes. Hijos míos, una de ellas es el no perdonar y el no pedir perdón. Cada pecado ofende el amor y los aleja de él; ¡el amor es Mi Hijo!» Para vivir este mensaje, el primer paso es la humildad. No la oración o el ayuno. Tampoco la opinión de cada cual. A veces el racionalismo es la mayor barrera para perdonar o pedir perdón. Cuando cada cual se presenta humilde ante Dios y el prójimo es fácil perdonar y pedir perdón. Una persona puede saber que debe perdonar, se lo pueden sugerir, la conciencia cristiana se lo puede advertir, pero para dar el paso, se necesita de la voluntad personal. Y sin humildad no se puede proceder. Por lo tanto, es por medio de la humildad que se debe hacer un inventario de los sentimientos heridos del corazón y descubrir que es lo que aún no se ha perdonado. Pueden ser actitudes personales, pueden circunstancias que hay que sanar… pero sobre todo: se deben examinar las actitudes del prójimo que han herido el corazón. Entre más orgullosa es una persona, más le costará perdonar. Y al igual, más se sentirá ofendida por las actitudes de los demás. Incluso por las actitudes de Dios o por las de María.

El Mensaje de este mes no es difícil de vivir se hay humildad. Será un imposible si predomina el orgullo. Pero también considérese que el orgullo es lo que puede hacer perder un alma. Si la Virgen nos invita a perdonar no es sólo porque quiere la paz de nuestros corazones sino porque está preocupada por la salvación de todos sus hijos.
 
Ahora, fíjese que el mensaje dice: Perdonar y pedir perdón. En algunos casos lo segundo es más difícil que lo primero. Porque cada cual puede perdonar en su corazón sin decirle a quien lo ha ofendido “Yo te perdono”. Pero nadie puede pedir perdón sin decírselo a quien ofendió. Y también en este segundo caso la decisión pasa primero por la humildad. Sin humildad es imposible pedirle perdón a alguien que se ha ofendido. A Dios es fácil decírselo porque sabemos que siempre nos perdona y porque no oímos de inmediato lo que nos responde.  Pero otra cosa es el prójimo.
 
Al final del mensaje la Virgen dice: «Por eso, hijos míos, si desean caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios, deben aprender a perdonar y pedir perdón. ¡Les agradezco!» Conviene detenernos por último en dos expresiones: «si desean caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios» y «deben aprender»
 
La Virgen respeta nuestra libertad. Por eso dice: «si desean caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios». No obstante, espera que cada uno de sus hijos responda a su invitación. Responder a la invitación de perdonar y pedir perdón es un gran bien para el alma. Es salud, es paz, es amor. Inclusive, hay casos de verdaderas curaciones físicas cuando el corazón se decide a perdonar o cuando pide perdón de corazón. La Virgen quiere sanar la humanidad, quiere sanar a sus hijos. Pero también está advirtiendo, que quien no está dispuesto hacerlo no puede caminar con Ella. Recuérdese cómo Jesús en el evangelio también dijo: «el que no recoge conmigo desparrama.»

No se puede seguir a María, no se puede hablar de sus mensajes con orgullo, con el corazón herido, sin la disposición de perdonar siempre y sin pedir perdón. Por eso el mensaje es condicional, dice: «si desean caminar conmigo.»

Lo segundo dice: «aprendan» porque Medjugorje es una escuela. No una devoción o nueva religiosidad. Se peregrina a Medjugorje para convertirse. En un aprendizaje dos cosas son importantes: quien educa y quien obedece. Pueden existir buenos maestros pero si no se les obedece las lecciones no sirvieron para nada.
 
La mejor Maestra de la humanidad está hablando cada mes ¿pero, que se puede decir lo mismo de los alumnos? Por eso la Madre dice: «Aprendan». O sea, no se queden en la doctrina. Es para decirnos que no podemos quedarnos solamente escuchando el mensaje sin una respuesta concreta, sin una debida aplicación en la vida de cada día.
¡Sea alabado Jesucristo!



 Mensaje de la Santísima Virgen María Reina de la Paz, del 25 de agosto de 2010, Medjugorje, Bosnia Herzegovina y reflexión autorizada del Santuario para Iberoamérica del padre Francisco Ángel Verar

"¡Queridos hijos! Con gran alegría, también hoy, deseo nuevamente invitarlos: oren, oren, oren. Que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración personal. Durante el día busquen un lugar donde, en recogimiento, puedan orar con alegría.  Yo los amo y los bendigo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!"


Una vez más, la Virgen cumple con su cita habitual para darnos un hermoso mensaje a través de la vidente Marija.  Se recuerda, que las apariciones diarias continúan para Iván, Marija y Vicka, pero el mensaje, mensualmente, nos viene por medio de Marija. Los otros tres videntes tienen la aparición una vez al año y Mirjana, tiene todavía el encuentro mensual de oración, el día dos de cada mes, por quienes no experimentan el amor de Dios en sus corazones. Y para tal ocasión, también la Virgen da un mensaje, especialmente, para los peregrinos que participan en la aparición.
 
La Virgen este mes en su mensaje, ha hecho referencia a la alegría especial que la acompaña durante estos días. Seguramente, debido a la cantidad de peregrinos que, como nunca antes,  visitan estos días Medjugorje. Como detalle particular, la concelebración eucarística cada día, rebasa los ciento veinte sacerdotes, provenientes de numerosos países, y la Misa internacional permanece abarrotada de fieles, con la peculiaridad, que difícilmente se encuentra puesto para participar sentado.
 
Los videntes siempre han destacado que en cada aparición, la Virgen  se les aparece alegre.  Sin embargo, en este mensaje, Ella misma ha querido que todos los peregrinos, y quienes siguen sus mensajes en todo el mundo, sean conscientes de la alegría que experimenta en esta ocasión. Por eso ha dicho: "Con gran alegría, también hoy, deseo nuevamente invitarlos..."
 
Seguidamente, el mensaje dice: "oren, oren, oren". Quienes siguen de cerca los mensajes de la Santísima Virgen María, a lo largo de estos veintinueve años, dos meses y un día que tiene de estarse apareciendo en Medjugorje, sabe muy bien cuántas veces la Madre ha hecho esta llamada. Que no es otra cosa que una triple invitación al amor hacia Dios. Esta invitación no es nueva.  Lo que sí es nuevo, que en el mes de agosto de 2010, cuando muchos todavía están de vacaciones en Europa, la Virgen, renueve la triple invitación a permanecer en Dios. La Madre, en lugar de decir: "oren, oren, oren", pudo ahorrarse palabras diciendo una sola vez: oren. Sin embargo, al hablar de la oración lo hace en forma repetitiva. Obviamente, está llamando la atención sobre la importancia del tema. Obsérvese, por ejemplo, que nunca ha dicho: conviértanse, conviértanse, conviértanse... o, ayunen, ayunen, ayunen...etc. Porque la prioridad para la Madre es la oración.
 
Cuando la Virgen hace esta invitación, no es sólo para orar, sino para orar de forma continua.  Nótese que la Virgen ha dicho varias veces: "¡Queridos hijos! que la oración sea la vida de ustedes".  Entonces, se puede entender esta triple llamada, para que la oración se haga vida en todos sus hijos. ¿Cómo se logra esto? Sólo a través de la oración continua hecha con amor. Y para responder a ella es imprescindible echar mano a los diversos métodos de oración que la iglesia nos propone, puesto que con uno sólo difícilmente se puede avanzar hacia la plena unión con Dios.
 
Para orar o mantener el ritmo de la oración continua, además del rezo de varias partes del santo Rosario durante el día, se debe reservar espacios para meditar la Biblia, visitar a Jesús Sacramentado, rezar varias partes de la Liturgia de las Horas, repetir jaculatorias durante el día...  Y, como recomienda la Madre, buscar espacios y lugares para la oración silenciosa en recogimiento.
 
La peculiaridad de este nuevo mensaje que la Virgen nos da, está, en que además de invitarnos a la oración frecuente, pide que se aproveche el tiempo (este mes) para la oración personal.  Lo cual no suprime la oración en familia o en comunidad. Quienes escuchan los mensajes de la Virgen, saben que la Madre ha pedido muchas veces a las familias rezar cada día el santo Rosario, leer juntos la Biblia... Pero ahora  invita a la oración personal.  Y no es para abandonar la oración familiar o comunitaria, si no para complementar la misma a través del recogimiento y la soledad.  Se trata  siempre de otro método de oración.  Recuérdese que también Jesús en el evangelio nos enseñó: que donde hay dos o tres reunidos en su nombre Él está allí en medio de ellos.  Pero también mencionó: "tu cuando vayas a orar entra en tu habitación y cierra la puerta y tu Padre que escucha en lo secreto te recompensará".
Por lo tanto todo discípulo de Jesús y de María práctica ambos métodos de oración.
 
En el mensaje también dice: "durante el día busquen un lugar donde, en recogimiento puedan orar con alegría".  Ese lugar puede ser un rincón de la casa, el jardín, un bosque, una montaña, pero de todos los lugares disponibles para orar, todo cristiano católico sabe que el Sagrario, por antonomasia, es el mejor lugar para orar.  Lo importante es buscar el recogimiento y la soledad.
 
La soledad y el recogimiento en la oración son importantes,  porque son herramientas para permitirle a Dios hablar en la profundidad del corazón.  Si sólo se reza el Rosario, la Liturgia de las Horas, jaculatorias y no se busca la soledad, el silencio y el recogimiento del corazón, será muy difícil escuchar a Dios, y quien no sabe escuchar a Dios no puede vivir en su voluntad ni enamorarse de Él.  Una persona que se sienta enamorada de otra, es porque el amor ha ido fluyendo por medio de la comunicación verbal.  Para amar y sentirse amado de alguien, las palabras son esenciales.  Sobre todo cuando las palabras son espontáneas, cuando  brotan de lo profundo del corazón. En nuestra relación personal con Dios, más importante que decirle todo lo que Él ya sabe, es escucharle. Porque cuanto podamos decirle a Dios en la oración, antes de presentárselo, ya es materia conocida Suya.  Sin embargo, muchos fieles no tienen la menor idea de lo que Dios diariamente les pudiera decir, porque oran muy poco.
 
La Virgen ha dicho: "¡Queridos hijos! que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración personal", y ha dicho además, que hay que buscar un lugar adecuado para la oración en recogimiento y con alegría. ¿Qué puede significar orar con alegría?
 
Una vez dijo la Virgen en un mensaje: "¡Queridos hijos! oren hasta que la oración se transforme alegría en ustedes".  Sin embargo, ahora ha dicho: "oren con alegría". Esto puede significar dos cosas diferentes que pueden ir de la mano.  Es decir, la primera: que antes de ir a orar yo debo disponerme con alegría para la oración.  No debo ir a la oración por obligación, por deber, por necesidad, ni siquiera porque María me lo pide, sino porque amo a Dios.  Una persona que tenga a Dios en el primer lugar de su corazón, no tendrá dificultad para orar con alegría.  Pero, una persona que tenga un corazón dividido, que esté apegado a las cosas del mundo, a las actividades por encima de Dios... No sólo tendrá dificultad para orar con alegría, sino que sentirá la oración como un gran peso difícil de ejecutar.
 
La otra razón del porqué la Virgen dice en este mensaje: "oren con alegría",puede hacer  referencia a que sólo cuando se ora con amor, en recogimiento, cuando se ora con el corazón, se puede encontrar la alegría. En resumen: lo importante es orar y orar siempre alegre.
 
También se puede pensar que muchas personas no oran con alegría por no haberse reconciliado con Dios o con el prójimo.  O bien, por las heridas profundas y los vacíos que puedan permanecer en el corazón, en estos casos habría que hacerse aconsejar por un sacerdote,  perdonar de corazón y hacer una buena confesión.
 
Al final del mensaje la Virgen dice: "yo los amo y los bendigo".  Muchas veces la Virgen en sus mensajes ha destacado cuanto ama a los fieles.  Ella sabe que, según los planes de Dios, no todos la pueden ver.  Sin embargo, no hay quien no pueda escucharla.  Porque cada mes tenemos un nuevo mensajes.  Ahora bien, considérese que cuando una persona ama a otra, más que verla simplemente, le gustaría escuchar de sus labios que le dice "te amo".   Quien ama a María sabe que es más importante escuchar de sus labios "yo les amo" que verla.  Si pudiéramos ver todos a la Virgen y la Virgen permanece callada, no serviría de mucho haberla visto, pero si no viéndola nos dice que nos ama, tiene más valor.  Y la Virgen como Madre lo sabe.
 
También en el mensaje dice: "los bendigo".  Quienes podemos estar en el momento de la aparición, seguramente, recibimos los efectos directos de esa bendición, toda vez, que los videntes subrayan que cuando María aparece, extiende sus brazos, ora por los presentes e imparte su bendición Maternal.  Pero cuando María en un mensaje que transmite al mundo entero dice: "los bendigo", es porque también quiere hacer participe de su bendición, a quien lee y medita su mensaje.
 
Para terminar, menciona su acostumbrado: "Gracias por haber respondido a mi llamada". Aún sabiendo que muchos de los que lean y mediten este mensaje no van a responder, de todos modos agradece la acogida al mismo.  Lo que refleja la delicadeza y la ternura con que trata a todos sus hijos.
 
Medjugorje es una gran oportunidad para quien desea vivir conforme a la voluntad de Dios. La llamada que la Virgen hace este mes, tiene como fin: atraer el mayor número de almas hacia la plenitud de vida con Dios; y la Virgen sabe que eso sólo se alcanza a través de la oración continua. La Madre en el cielo, y quienes permanecen con Ella, no tienen necesidad de orar todo el día para vivir la vida plena con Dios.  Pero quienes aún estamos en tierra necesitamos la oración como medio eficaz para alcanzar a Dios y transformarnos en su amor.  Por eso nos dice: "oren, oren, oren".
 
¡Sea alabado Jesucristo!

 

 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de julio de 2010, y Reflexión del P. Francisco Ángel Verar Hernández. Fiesta de Santiago Apóstol; Medjugorje, Bosnia Herzegovina

¡Queridos hijos! Los invito nuevamente a seguirme con alegría. Deseo guiarlos a todos a mi Hijo y a vuestro Salvador. No están conscientes de que sin Él no tienen alegría, ni paz, ni futuro, ni vida eterna. Por eso, hijitos, aprovechen este tiempo de oración y   abandono gozosos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!

El mensaje de este mes se puede dividir en cuatro partes.
 
1º La Madre invita a sus hijos a seguirla con alegría. Esta invitación no es nueva. Como tampoco es nuevo el don de la presencia extraordinaria de María en Medjugorje. Gracias a Dios, en la mayoría de los países de tradición católica, los mensajes de la Virgen, cada mes, circulan masivamente. Sin embargo, no siempre quienes los leen, los acogen…  los viven con alegría. Quizá por eso la Madre de nuevo, invita a todos sus hijos a seguirla alegremente; no por deber u obligación. Sino con alegría. Entonces, cabría la pregunta: ¿Qué puede significar seguir a la Virgen alegremente?
 
Se responde, ante todo: que hay que acogerla como Madre y Maestra. Recuérdese que dentro de los planes de Dios para la humanidad, por medio de la Virgen María, no sólo estaba que fuera la Madre del Salvador, sino también la Madre de toda la Iglesia y de toda la humanidad. Es el sentido que tienen las palabras que Nuestro Señor en la Cruz le dirigió al Apóstol Juan: « Hijo, ahí tienes a tu Madre».  Como es evidente,  fue esta la única vez que Jesús se dirigió a un discípulo suyo llamándolo «hijo», y era para enfatizar la relación que, desde ese momento, desempeñaría Juan con María. Es decir: Jesús le hizo ver al «discípulo amado» que a partir de entonces, los dos tendrían una misma Madre. Y el evangelio además agrega: «que desde aquel momento, el discípulo la acogió entre sus bienes». Es decir, entre los bienes espirituales —del testamento de amor que Juan había heredado de Jesús. Y es precisamente lo que hay que hacer hoy con María: abrirle, de par en par la puerta del corazón acogerla entre los bienes espirituales que se reciben de Jesús.
 
Cuando la Madre dice: «¡Queridos hijos!: los invito nuevamente a seguirme con alegría», está pidiendo que se le admita en el corazón humano para conducir a Jesús. Sólo cuando se le abre la puerta del corazón a la Virgen —sin reservas—,  puede eficazmente conducir el alma hacia la santidad. San Luis María Grigniont de Monfort escribió: « María es el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a Jesús». Téngase en cuenta que la Virgen es toda una Dama y jamás violaría la intimidad de algún hijo suyo para entrar en él si este primero no le abre el corazón. Se destaca además que el corazón humano es la única puerta que sólo se puede abrir “desde dentro”; es decir, cuando el hombre toma la iniciativa de permitirle entrar a Dios.
 
La Virgen, entonces, está delante de muchos corazones esperando hacer su morada. Se debe rechazar todo espíritu de miedo, de prejuicios… que impidan acoger a la Madre de Dios en el corazón. María es un gran bien espiritual para todos.
 
2º. La Madre desea guiar a todos a Jesús el Salvador. La Madre no tiene otro propósito con su venida a la tierra que conquistar el mayor número de almas para Su Hijo. Todo se resume en eso. Dios la ha enviado en estos tiempos para evangelizar. Evangelizar, en síntesis, es conducir las almas a Jesús. Nótese en el mensaje como la Virgen dice: «Deseo guiarlos a todos a mi Hijo y a vuestro Salvador.» La Madre quiere que todos los corazones le pertenezcan a Cristo y por lo mismo continúa apareciéndose todos los días en Medjugorje. Jesús es el “gran mensaje” que la Virgen trae al mundo y espera que definitivamente reine en el corazón de todos. Por eso en sus mensajes frecuentemente invita a colocarlo a Él en el primer lugar del corazón. Y recuérdese que quien acoge a Jesús como Salvador y lo coloca en el centro de su corazón vive en plenitud los mensajes de Medjugorje. Una vez dijo la Virgen hablando de la Adoración al Santísimo: «Queridos: hijos los invito a que se enamoren de Jesús sacramentado.» Jesús pues, el centro del mensaje de Medjugorje.
 
 
3º. La Madre advierte la falta de conciencia de cuanto Jesús otorga. Recuérdese como en mayo de este año la Virgen mencionó: «Queridos hijos: Dios les ha dado la gracia de vivir y de custodiar todo el bien que hay en ustedes y alrededor de ustedes, y de alentar a otros a ser mejores y más santos, pero Satanás no duerme, y a través del modernismo los desvía y los conduce por su camino. Por eso, hijitos, en el amor hacia mi Corazón Inmaculado, amen a Dios sobre todas las cosas y vivan Sus Mandamientos. Así su vida tendrá sentido y la paz reinará en la Tierra.» Nótese ahora, como en el mensaje de este mes advierte: «No están conscientes de que sin Jesús no tienen alegría, ni paz, ni futuro, ni vida eterna». En el fondo ambos mensajes son similares. El hombre que se deja arrastrar por el modernismo cayendo en manos de Satanás, es el mismo que pierde la conciencia de todo lo que Jesús ofrece y que inútilmente se espera encontrar en el mundo: alegría, paz, futuro y vida eterna.
 
La Madre invita a todos sus hijos a responder a su llamada con oración y abandono alegres. Quizá es la parte más importante del mensaje, porque es la medicina a la falta de conciencia de cuanto Jesús ofrece. Las vacaciones anuales que muchos realizan en Europa en estos días, de ninguna manera deben alejar el alma de la oración y del abandono en Dios. Considérese, que como ha dicho María: la oración es siempre el mejor descanso para el alma. En este mes, pues, la Madre de nuevo invita a sus hijos a la oración. Y cuantos conocen los mensajes de la Virgen, saben que eso significa: tres partes del santo rosario cada día, la Misa, la lectura cotidiana de la Palabra de Dios, la adoración a Jesús Sacramentado y la participación en algún grupo de oración. Quienes nos reuniremos en Medjugorje en el I Encuentro Iberoamericanos de Guías del Movimiento de la Reina de la Paz, el mensaje es una exhortación a retomar cuanto Ella nos ha estado diciendo a lo largo de estos 29 años, y un nuevo desafío para trabajar con mayor empeño, en la difusión de su espiritualidad en occidente. Seamos constantes en vivir en, primer lugar, cuanto la Madre nos dice. ¡Sea alabado Jesucristo!

 

 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 2 de abril de 2010,
Viernes Santo
Y Reflexión del P. Francisco Ángel Verar Hernández
 
“Queridos hijos: Hoy los bendigo de manera especial y oro para que regresen al camino correcto que lleva a Mi Hijo, su Salvador, su Redentor, Aquel que les ha dado la vida eterna. Piensen en todo lo que es humano, en todo lo que no les permite seguir a Mi Hijo, en la transitoriedad, en la imperfección, en lo limitado y luego piensen en Mi Hijo, en su divina inmensidad. Con el abandono y la oración ennoblezcan su cuerpo y perfeccionen su alma. Estén pronto, hijos míos.  ¡Les agradezco!

Hoy la Iglesia universal celebra la Pasión y Muerte en cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Es un día de especial meditación y oración, especialmente en el significado que tiene para el mundo este acontecimiento. La Madre de Dios, que tiene veintinueve años de estarse apareciendo en Medjugorje, también se une desde el Cielo a este aconteciendo, y nos comparte su reflexión.

El mensaje de este Viernes Santo comienza diciéndonos “Queridos hijos: Hoy los bendigo de manera especial”. La razón de esta bendición que la Virgen concede a los peregrinos presentes en la aparición de hoy en Medjugorje, es la Pasión dolorosa de Su Hijo. La humanidad tiende a subestimar el sufrimiento del Redentor por la pérdida del sentido del pecado y la Virgen lo enaltece. Viernes Santo es un día lleno de amor, de paz y de victoria. Día de la Reconciliación de la humidad consigo misma y con su Creador; gracias al sufrimiento vicario de Jesús. La Virgen es la primera en reconocerlo como Madre y Discípula, y también porque fue la primera en acompañar a Su Hijo en esta gesta. La Cruz es el triunfo de Jesús sobre la muerte, sobre el pecado y sobre todo lo que destruye la humanidad. Por eso la Virgen dice: “Queridos hijos: Hoy los bendigo de manera especial”.

Luego dice: “oro para que regresen al camino correcto que lleva a Mi Hijo, su Salvador, su Redentor, a Aquel que les ha dado la vida eterna.” Precisamente por la importancia que tiene cada año la celebración del Viernes Santo y el significado que tiene la Muerte de Cristo por la salvación del género humano, la Madre no puede dejar pasar este significativo día sin elevar plegarias especiales a la Santísima Trinidad por la salvación todos. A María le preocupa que muchas almas se pierdan por el pecado por la indiferencia, por el apego a las cosas materiales y al apego al espíritu del mundo sin Dios. Por eso ora. La Virgen con su ejemplo hace ver a todos la importancia de la oración en este tiempo y en este Día. Y de Ella la humanidad debe aprender.

Como María nos sugiere, este es un día para doblar las rodillas, para arrepentirse de los pecados, para pedir perdón… porque Cristo ofreció su vida como víctima expiatoria de redención por todos. Esa es la única explicación de su sufrimiento, del porqué, siendo inocente, aceptó el suplicio de la cruz. Fue por puro amor. La Madre quiere que hoy todos contemplen al crucificado, que frente a la cruz todos laven sus culpas y comiencen a vivir una vida nueva en gracia, sin ofender nunca más a Dios.

La Virgen María en el calvario tuvo sus ojos limpios fijos en el sufrimiento de su Hijo. Lo vio bañado en sangre, coronado de espinas. Ella sabía que se ofrecía por toda la humanidad; no por Ella, pues no tenía pecado, sino por todos los hombres. Y al “pie de la cruz” oraba para que su sacrificio no fuese en vano y las almas pudieran abrirse a su dolor, a su muerte. También hoy en el cielo la Virgen permanece “al pie de la cruz”, permanece contemplado el sufrimiento de su Hijo Aquel Viernes Santo y no quiere que pase por inadvertido. Quiere, por el contrario, que se un día de conversión, de reconciliación y de regreso a la vida de gracia. Por eso ora de nuevo. Y dice: “oro para que vuelvan al camino correcto de Mi Hijo, Su Salvador, Su Redentor, a Aquel que les ha dado la vida eterna.” La Madre desea que este día los corazones de toda la humanidad se abran al amor de Jesús; sin miedo a perder la vida que el mundo ofrece. La Madre quiere que todos reciban hoy la vida eterna que Jesús brinda. Por eso ora e invita  a todos a regresar al camino correcto de Jesús. Recordamos que Jesús es el “Camino, la Verdad y la Vida”. No hay otro Nombre dado a los hombres por el que la humanidad pueda salvarse. María lo sabe y tiene veintinueve años de estarlo predicando en Medjugorje, de venir del Cielo a la tierra por la conversión de la humanidad. Por eso este día Viernes Santo, es clave, es el día de la salvación para muchas almas, del inicio de una vida nueva.

En el mensaje la Virgen le atribuye cuatro hermosos títulos a Jesús: Su Hijo, Nuestro Salvador, Nuestro Redentor, a Aquel que nos ha dado la vida eterna.

El primero recuerda la relación filial de Jesús con María. Ella lo concibió, lo trajo al mundo, lo educó, vivió con El. Estuvo siempre a su lado. Nunca se separó. Como tampoco jamás ningún cristiano se debe separar de Él.

En el segundo, título, “Salvador”, María recuerda de Jesús su dimensión soteriológica, la razón de su venida al mundo: ha venido para salvar. A diferencia de muchos que vinieron antes de él y fueron “ladrones y salteadores” Jn 10:8. Jesús, sin embrago, vino para que todos tuviéramos “vida y vida en abundancia” Jn 10:10. Jesús salva al hombre de todo lo que le impide ser feliz, y por eso ofreció su vida en la cruz.

En el tercer título, “Redentor”, María especifica un aspecto de la salvación que el Señor otorga: la Redención. En su primera acepción se trata de un rescate. Redimir viene de la palabra griega “antilutron” que se utilizaba en la antigüedad para significar “el reemplazo de dinero por un esclavo o prisionero”. Jesús con su muerte en la cruz ha rescatado del mercado de la esclavitud del pecado a toda la humanidad, en la cual todos yacían muertos espiritualmente por la deuda de Adán. Gracias a su Muerte en Cruz, Jesús libra a la humanidad de la corrupción. Por eso este día es significativo: La Virgen no quiere que nadie se quede en las “representaciones” de la Pasión de Jesús sino que todos se decidan en ser parte de ellas lavando sus pecados con la Sangre del Señor.

En el tercer título, “Aquel que nos ha dado la vida eterna”, la Virgen recuerda que Jesús le abrió a todo hombre las puertas del Paraíso. El primero en disfrutar de esta realidad fue el malhechor arrepentido que acompañaba a Jesús en la Cruz. Y las mismas palabras que el Señor ofreció al ladrón también la ofrece hoy a toda la humanidad: “estarás conmigo en el paraíso”, “si te arrepientes de tus pecados”, “si me abres tu corazón”, “si renuncias a todo lo que ofende tu dignidad de cristiano”, “si me aceptas como el Señor de tu vida.”

La tercera parte del mensaje es muy significativa, la Virgen dice: “Piensen en todo lo que es humano, en todo lo que no les permite seguir a Mi Hijo, en la transitoriedad, en la imperfección, en lo limitado y luego piensen en Mi Hijo, en Su divina inmensidad.” La Madre quiere que el día de hoy sea un día de reflexión, que se medite y reflexione sobre las cosas humanas, transitorias, limitadas y se confronte todo eso con Jesús, con lo que Él ofrece y su Divina inmensidad. María quiere que este sea un día de reflexión profunda y que cada hombre descubra, y renuncie a la vez, a todo lo que lo separa de la vida de la gracia. La Madre está preocupada porque hoy, como nunca, muchos van por la vía del error. Por eso habla, por eso se aparece, y con su presencia y palabras quiere rescatar a todos del pecado. Por eso invita a la reflexión, al arrepentimiento, a iniciar una vida nueva. María dice: “abran el corazón a Jesús” Pónganlo a Él en primer lugar en sus vidas”.

La última parte del mensaje es también importante dice: “Con el abandono y la oración ennoblezcan su cuerpo y perfeccionen su alma. Estén pronto, hijos míos.  ¡Les agradezco!”. Abandonarse significa poner todo en las manos de Dios, confiar en Él, no tenerle temor. Significa: abrirle el corazón. Como una persona enamora le abre su corazón a su pareja, se entra espiritualmente a ella. María quiere que ante todo, las almas se entreguen a Jesús, que lo conozcan a Él. Que acepten su proyecto de amor.

María quiere que la humanidad se decida en amar a Cristo, que acoja su mensaje, que no lo desprecie. Hoy Viernes Santo es el día en que Jesús demostró radicalmente su amor por todos. Cuando María dice: “con el abandono y la oración ennoblezcan su cuerpo y perfeccionen su alma”, es para que el sacrificio de su Hijo no pase por inadvertido. Si Jesús en la Cruz confió en el Padre que lo iba a resucitar, no podemos actuar diferente ante las incomprensiones, dolor, problemas, dificultades. Quien asiduamente contempla al crucificado aprende a confiar en Dios, a esperarlo todo de Él.

María nos vuele a decir con la mirada en Jesús muerto en la cruz: “Oren”. Para responder a esta invitación hay que tomar hoy el rosario y contemplar varias veces los misterios de dolor, rezar el Vía Crucis, visitar los sagrarios, tomar la Biblia y meditar los pasajes de la Pasión dolorosa de Jesús. Semana Santa no es tiempo de vacaciones, de descanso, de diversión sino de oración, de participación en los oficios religiosos. La sociedad de consumo impone sus criterios por razones económicas y los discípulos de Cristo no deben ser parte del juego.

También la Madre dice: que con el “abandono y la oración se ennoblece el cuerpo y el alma”. Ella lo sabe porque es consciente que muchas almas han manchado su cuerpo y su alma con el pecado y por eso las invita a abandonarse en Dios y a que oren. Y la oración los llevará a reconciliarse con Dios en la Confesión.

Al final dice: “Estén pronto, hijos míos.  ¡Les agradezco!”. “Estén pronto” es sinónimo de estar listo, disponibles. Quiere decir que la Madre espera que se responda a su invitación y sobre todo al sacrificio redentor de Su Hijo por nuestros pecados. La mejor Pascua que se puede celebrar es acogiendo a Jesús como Redentor y empezar la vida de gracia. ¡Feliz Pascua de Resurrección 2010!



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de marzo de 2010
Medjugorje, Bosnia Herzegovina y reflexión del P. Francisco Verar

 
“Queridos hijos! También hoy deseo llamarlos a todos a que sean fuertes en la oración y en los momentos en que las tentaciones los asalten. Vivan en la alegría y en la humildad su vocación cristiana y den testimonio a todos. Yo estoy con ustedes y a todos los llevo ante mi Hijo Jesús, y El será para ustedes fuerza y apoyo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”


De todos es sabido que uno de los días más importantes para los católicos es el día de la Anunciación porque además se celebra la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo. La Madre fiel a su cita, ha dado nuevamente un hermoso mensaje coincidiendo con este día tan significativo. Los videntes afirman que en los días solemnes la Virgen aparece con «vestidos» de gala de color entre plata y dorado. Y así ocurrió también este 25 de marzo. El mensaje comienza como casi todos los mensajes de la Reina de la Paz con la expresión «queridos hijos». Es una forma cariñosa, tierna, amistosa… de la Madre que se relaciona con sus hijos en la cual refleja sus sentimientos especiales de amor para con todos. Se recuerda que el mensaje no va dirigido a los videntes, pues ellos la ven todos los días, sino a todos los hombres de buena voluntad y en primer lugar a los católicos que acogen sus llamadas.

La Madre dice en el mensaje: «También hoy deseo llamarlos a todos a que sean fuertes en la oración y en los momentos en que las tentaciones los asalten.» En esta primera parte del mensaje la Virgen hace la invitación a descubrir y valorar dos aspectos importantes de la oración cristiana. El primero va dirigido a desarrollar la virtud de la fortaleza y el segundo a perseverar en ella, particularmente cuando vienen las tentaciones.

En relación a lo primero habría que especificar, que ser «ser fuerte» en la oración sugiere: la firmeza o manifestación de energía de carácter —por medio de las facultades del alma de la memoria, entendimiento y voluntad— encausada a «enfrentar» y «resistir» los estados de ánimo que obstaculizan el diálogo con Dios. Se trata entonces de vencer todo espíritu de desidia, cansancio, aridez, pereza, negligencia… que impida perseverar en la oración. En otras palabras: la Virgen quiere que sus hijos venzan cualquier estado negativo de ánimo que impida orar y que, por consiguiente, se dialogue con Dios. Y se sabe que los momentos privilegiados para la oración cada día son las mañanas y las noches; además de llenar los espacios pequeños de la jornada con jaculatorias, como la Madre ha sugerido, porque de todos es sabido, que a lo largo de estos veintinueve años que tiene de estarse apareciendo, ha repetido un sinnúmero de veces: «oren, oren, oren». Entonces, si hoy menciona: «También hoy deseo llamarlos a todos a que sean fuertes en la oración y en los momentos en que las tentaciones los asalten» es porque está diciendo de otra manera: «oren, oren, oren». Se recuerda que la Virgen ha dicho varias veces que «Medjugorje es una llamada a la oración» y precisamente por eso insiste tanto en este tema. También la presencia de la Virgen en Medjugorje se entiende con la oración. Un día dijo: «Si ustedes quieren entender porqué estoy tanto tiempo con ustedes oren, con la oración entenderán la verdadera razón de mi venida.» De seguro será muy significativo para todos los devotos de Medjugorje el día que la Iglesia reconozca la presencia extraordinaria de María en este lugar santo. Sin embargo, se debe acentuar, que el tal reconocimiento no garantizará que la gente ore. Porque fijémonos bien: el mismo Jesús enseñó que hay que orar siempre sin desfallecer, en todo momento. Sin embargo, la gente no ora como debe. ¡Y Jesús está reconocido por la Iglesia desde hace dos mil años! O más bien, ha sido Jesús quien ha reconocido la Iglesia desde hace dos mil años. Como la Virgen. Es decir, la Virgen ha reconocido la Iglesia siempre: ha orado por ella, la ha amado, le ha servido, le ha hablado… Sin embargo, muchos de sus hijos aun no la reconocen, no le oran, no le sirven, no la escuchan. Y lo mismo puede ocurrir con Jesús, que muchos no lo reconocen, no le oran, no le sirven… y es la oración la que hace posible el encuentro con Él y con Su Madre.

La segunda parte de la llamada a la oración de este veinticinco de mes, recae en un aspecto muy concreto de ella: hacerla cuando saltan las tentaciones. Todo cristiano sabe que cada día al empezar la jornada, debe orar. La Virgen ha dicho que debe ser un mínimo de treinta minutos en la mañana y treinta al finalizar la jornada; fuera de la Eucaristía. Además es recomendable acompañar el día con oraciones pequeñas y la meditación de la Palabra de Dios. Sin embargo, la oración nunca debe verse como una «obligación» o un «deber». Ninguno debe sentirse «obligado» a orar ni tampoco en el «deber» de orar, aunque de hecho lo sea. Porque nadie se enamora por «obligación» ni por «deber», porque el amor es un sentimiento espontaneo que brota del corazón. Y lo mismo pasa con la oración. Se ora porque se ama a Dios y no por obligación o por deber. San Agustín decía que «Dios tiene sed que de que el hombre tenga sed de Él.» En realidad ningún cristiano debiera tener problema con la oración si amara a Dios como se debe. Se juzga entonces, que el problema no está en la oración en sí, sino en la capacidad de amar a Dios, y la Virgen quiere que Dios ocupe siempre el primer lugar en el corazón. Por eso siempre nos invita a la oración. Y para lograrlo recuerda que no sólo hay que orar en los momentos fijos del día, sino también cuando saltan las tentaciones. Porque si se ora en la mañana y en la noche y se descuida la oración en los momentos en que el «enemigo» ataca, una sola tentación puede convertirse en pecado con el poder potencialmente, de destruir cuanta virtud se halla conquistado en varios  días, semanas y hasta meses. De donde se entiende perfectamente que es muy importante orar cuando asaltan las tentaciones. ¿Y cómo orar en ese momento?

Es fundamental no esperar reconocer la tentación sino más bien, seguir el consejo del Señor de orar «en todo momento» para no caer en la tentación ya que muchas veces es difícil descubrir el asalto del «enemigo». El maligno se viste muchas veces de ángel de luz y no siempre se puede reconocer su acción. San Ignacio de Loyola afirma, por ejemplo, que cuando el maligno no puede hacer caer un alma en el pecado debido a su adelantamiento en la virtud, entonces la hará caer por medio de las mismas obras que realiza para Dios, haciéndole pensar que cuanto hace es para Él. Y en estos casos la única manera de desenmascararlo es cuando el alma puede percibir que en el desarrollo de las supuestas obras de Dios, las cosas no salen como debieran. Entonces, es difícil desenmascarar del todo al maligno y por ende, también sus tentaciones y las que vienen del mundo y de la propia concupiscencia.

Recuérdese que toda caída siempre es precedida por la tentación. Hay tentaciones que pueden ser reconocidas de inmediato y aun así pueden hacer caer al discípulo de Cristo. Y esto suele ocurrir sólo por dos razones: porque predomina la fragilidad o bien: porque deliberadamente se quiso ofender a Dios. Pero tómese en consideración que también puede ocurrir otra cosa: que el alma aún estando muy adelantada en la virtud, ignore en el momento, que un determinado impulso interior es realidad una tentación. Y en los tres casos lo que puede detener la caída es siempre la oración. La Virgen cuando nos dice: «oren en los momentos en que las tentaciones los asalten» no especifica si la tentación es reconocida o no, pero da a entender que cuando se es fuerte en la oración es cuando la tentación puede ser vencida.

En la segunda parte del mensaje la Madre dice: «Vivan en la alegría y en la humildad su vocación cristiana y den testimonio a todos». Sin oración constante esto es imposible. Porque el alma que no ora como debe, fácilmente se dejará conducir por los pensamientos negativos que puedan aflorar en la mente y por ende empañará su imagen frente a los demás. En muchas almas los recuerdos dolorosos se imponen en sus pensamientos inclusive de manera inconsciente. En otros son los problemas, las dificultades y las heridas emocionales del presente, que como consecuencia afectan el humor. La Madre lo sabe y por eso dice: «Vivan en la alegría y en la humildad su vocación cristiana y den testimonio a todos.» Pero recuérdese que primero dijo: «hoy deseo llamarlos a todos a que sean fuertes en la oración y en los momentos en que las tentaciones los asalten». Por consiguiente: quien no toma la oración con seriedad difícilmente podrá dar testimonio con alegría y en humildad de su vocación cristiana. Cuando el hombre sabe darle a Dios el lugar que le corresponde en su vida por medio de la oración, es cuando entonces surge de manera espontanea el testimonio alegre y  humilde del discípulo de Cristo. Por lo tanto más que examinar los actos de cada día si son alegres o humildes, hay que revisar más bien como se está practicando la oración. Porque también puede ocurrir que muchos oran pero oran mal, sin el debido recogimiento del corazón, sin amor, sin paz o bien, sin haber hecho antes una buena confesión. De donde se puede concluir, a partir del mensaje de la Madre: que ora como debe es quien puede dar testimonio a los demás en alegría y amor.

En la tercera parte del mensaje la Virgen dice: «Yo estoy con ustedes y a todos los llevo ante mi Hijo Jesús, y Él será para ustedes fuerza y apoyo.» En muchos mensajes la Virgen dice «Yo estoy con ustedes» seguramente lo dice porque sabe que muchos de sus hijos frente a tantas incertidumbres, problemas, dificultades pueden pensar que Ella no los escucha, que está lejos. Pero probablemente también dice «yo estoy con ustedes» porque muchos no son lo suficientemente conscientes de la ayuda que Ella brinda, de su amor, de su presencia, de su amistad…  el «Yo estoy con ustedes» es una manera de decir: no se desanimen, confíen en mí, yo no los abandono… Esta última parte del mensaje una vez más irradia la ternura de María para todos sus hijos. Hay invitación implícita a confiar en Ella, a ponerse en sus manos y sobre todo, a abrirle el corazón ya que a todos quiere conducir a Jesús para que sea fuerza y apoyo. ¡Sea alabado Jesucristo!



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de febrero de 2010
Medjugorje, Bosnia Herzegovina y reflexión del P. Francisco Verar

 
"Queridos hijos: En este tiempo de gracia, cuando también la naturaleza se prepara a ofrecer los colores más hermosos del año, yo los invito, hijitos, a abrir sus corazones a Dios Creador, a fin de que Él los transforme y modele a Su imagen, para que todo lo bueno que se encuentra dormido en sus corazones, se despierte a una nueva vida y anhelo de eternidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!»"

El nuevo mensaje que la Virgen regala para este mes, comienza recordando que se vive un especial «tiempo de gracia». Con frecuencia la Madre utiliza esta expresión para hacer referencia al «tiempo de su visita». Sin embargo, en esta ocasión figura el sagrado tiempo de la cuaresma, que además compara con el despertar invernal de la naturaleza europea. Ha mencionado: — «cuando también la naturaleza se prepara a ofrecer los colores más hermosos del año, yo los invito, hijitos, a abrir sus corazones a Dios Creador».
 
Para quienes viven en el hemisferio norte donde aparece la Virgen, la llegada de la primavera cada año, representa un especial signo de esperanza y de vida nueva. Obsérvese que del mismo modo la Madre está en la expectativa para que la próxima celebración de la Pascua, donde el creyente vuelve a encontrarse con el misterio central de su fe —unido al de la Encarnación y al de la Trinidad Santísima— despierte el corazón a una «vida nueva y anhelo de eternidad.» Pero para estimular la fe a esa vida nueva centrada en el misterio pascual, la Madre pone como condición: abrirle ahora el corazón a Dios Creador. Nótese que la Virgen no deja pasar por alto la oportunidad del presente tiempo litúrgico, para invitar a sus hijos a vivir en plenitud la vida de comunión con Dios, por medio de la disposición interior del corazón, ya que es allí donde Dios se manifiesta.
 
El corazón en el lenguaje bíblico no es sólo un órgano que bombea sangre o la sede de los sentimientos. El corazón, en el pensamiento global de la Escritura: es la fuente misma de la personalidad consciente y libre de cada ser humano, sede de las decisiones fundamentales y de la realidad profunda donde Dios se hace presente. Es la razón por la cual, muchas veces la Escritura, lo identifica con el alma. Entonces, cuando la Virgen dice: —«yo los invito, hijitos, a abrir vuestros (sus) corazones a Dios Creador» pide incondicionalmente —desde su magisterio de Madre de la Iglesia—, que se le permita a la Trinidad Santísima hacer morada en la realidad profunda del ser humano. Es una llamada a la experiencia real y profunda del Dios vivo. La Madre no quiere que sus hijos se queden sólo en ritos y demás expresiones exteriores de fe, si no que la vida de cada cual pueda renovarse desde el encuentro personal con Dios. Por eso dice: —« abran sus corazones al Dios Creador». Entonces, seguidamente cabría la pregunta: ¿Cómo hacer para abrir el corazón a Dios?

Se recuerda que la Madre no pide imposibles. Nadie se debe desanimar frente a esta llamada. «Abrir el corazón a Dios» no es algo que escape a las fuerzas humanas o a la vida espiritual común de cada creyente. Si se tiene en consideración que el corazón es la fuente de la existencia humana y la realidad profunda del ser, hay que entender la llamada a una acción que involucra toda la persona en su plenitud. En la antropología bíblica el concepto se refiere a permitirle a Dios que tome posesión, en su totalidad, del ser humano. El hombre que le abre el corazón a Dios, se deja poseer de Él. Como María en Nazaret cuando le respondió al Ángel: —«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra» Lc 1:3. En aquel momento Dios descendió a Ella y engendró en su vientre a Su Hijo Unigénito. Del mismo modo Dios Padre en esta cuaresma quiere «descender» en sus hijos para transformarlos y moldearlos a Su imagen. Pero si el hombre no abre el corazón el movimiento de la manifestación de Dios no se puede lograr.

La acción de permitirle a Dios descender a las profundidades de la existencia humana, involucra las disposiciones esenciales de entrega y abandono. El que abre su corazón a Dios se entrega sin reservas a Él para que actúe en su vida. De esta manera se le permite a Dios tomar posesión de su existencia: sin condiciones ni reservas. Se experimenta que todo en la vida tiene a Dios como referencia y que todo tiende a Él como a su fin. ¿Y porqué María pide esta entrega inmediata e incondicional? Obsérvese que Ella misma advierte en el mensaje: «a fin de que Él los transforme y modele a Su imagen», ya que sin la debida disposición interior, Dios no puede actuar en el hombre. Cuando Jesús vio a Zaqueo arriba del sicomoro le dijo: —«Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Luego Zaqueo le dijo: —« Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más» Entonces Jesús dijo: —« Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» Lc 19: 5 ss. Si Zaqueo no hubiera sido humilde y no hubiera abierto la puerta de su corazón que representaba la de su casa, Jesús no hubiera entrado ni hubiese llegado la salvación a los familiares de Zaqueo. Jesús esperaba entonces la respuesta de Zaqueo para poder entrar, como igualmente espera la respuesta de todos los creyentes y de todos los indiferentes. Si no se da la respuesta no puede entrar porque no viola ningún corazón. Fíjese además, cómo el libro del Apocalipsis representa con claridad el drama de la relación personal de Dios, que no quebranta la intimidad del hombre: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» Ap. 3:20.  Aparece entonces claro que si el hombre no toma la decisión de abrir la puerta de su existencia, Dios no puede entrar en él para transformarlo. Entonces el mensaje de la Virgen de este mes es una invitación a que, desde la libertad que Dios ha dado al hombre, se le permita entrar para hacer su morada y donar la vida abundante. San Agustín llegó a decir: «Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti.» Dios está esperando a que el hombre le abra su corazón. Es lo que nos dice María.
 
En el mensaje también dice, que cuando Dios entra modela a sus hijos a «Su imagen». Esta expresión es muy significativa, puesto que la conversión siempre es un proceso de transformación en Dios. San Pablo llega afirmar en la Segunda Carta a los Corintios, que «todos nosotros… nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.» 2Co 3:18. Luego, la obra de transformación no es otra cosa que asemejarnos cada vez más a Dios. También San Juan exclama que «cuando Dios se manifieste seremos semejantes a Él» 1J n 3:2. La Madre espera que sus hijos en esta cuaresma tengan la disposición de permitirle a Dios penetrar en sus vidas para que los creyentes se asemejen a Él. ¿Y cuando se tiene la certeza que la transformación en Dios es eficaz? El termómetro es siempre el amor, porque todos sabemos que Dios es amor. Entonces, quien más cerca está de Dios es quien más ama, «porque Dios es amor.» 1 Jn 4:8.



 Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz del 25 de enero de 2010
Medjugorje, Bosnia Herzegovina y reflexión del P. Francisco Verar

 
"Queridos Hijos: que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración personal, para que en sus corazones crezca la semilla de la fe, y pueda crecer en testimonio alegre para los demás. Yo estoy con ustedes y deseo exhortarlos a todos: crezcan y alégrense en el Señor que los ha creado. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!"

En el primer mensaje mensual del nuevo año, la Madre vuelve a invitar a sus hijos a la oración personal. Este llamado no es nuevo, pero tampoco se puede afirmar que haya sido muy frecuente. Es decir, habitualmente María invita a sus hijos devotos a la oración, pero sin llegar a precisar si conviene que se haga personal, litúrgica, grupal o familiar. Tampoco advierte, específicamente, sobre sus expresiones, que pueden variar entre la vocal, la mental o la contemplativa. Tampoco especifica sobre las formas, si la adoración, intercesión, petición, acción de gracias o alabanza. Por lo común, la Madre sólo invita en sus mensajes a que se persevere en la oración. Sin más. Y que ésta se haga con el corazón. Este mes, sin embargo, prevalece un criterio determinado: redescubrir la importancia de la oración personal.

El cristiano común que escucha oír el tema de la oración personal, sabe de qué se trata. La oración individual no excluye la grupal, la familiar o la litúrgica, sino que es el fundamento de todas las demás y las asume. Probablemente, la Virgen al ver desde el cielo a sus hijos —que intentan responder a sus múltiples llamadas de perseverar en la comunión con Dios por medio de la oración—, percibe que muchos no observan el justo equilibrio entre la oración personal, la litúrgica, la familiar o la grupal.

Conviene que se tenga en cuenta —antes de seguir adelante— que las enseñanzas de Jesús en los evangelios sobre la oración, recaen siempre en sus diversas modalidades. Nótese como el Señor enseñó: «Tu, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu habitación y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allá en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará» Mt 6:6. Y también dijo: «Les aseguro además que se dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» Mt 18:19-20. Por otro lado —no se olvide—, que Jesús acudía asiduamente los sábados a la oración litúrgica sinagogal e instituyó como precepto, la nueva oración litúrgica de la eucaristía. Todo sumado indica, que de las enseñanzas evangélicas la oración cristiana siempre se caracteriza por el triple matiz: personal, litúrgico y grupal. No obstante, como se ha mencionado, la oración personal será el fundamento de las demás y la esencia misma de la vida cristiana. Tal y como fue en la vida de Jesús.

El Señor Jesús, por muchas ocupaciones que tuviera, jamás descuidó su oración personal. Con frecuencia los evangelios lo presentan orando a solas. Se observa que después de su bautismo en el Jordán, se retiró al desierto para permanecer cuarenta días en oración. Lo mismo cuando tuvo que elegir a los Apóstoles y en cada decisión importante. También tenía la bonita costumbre de levantarse temprano para dialogar a solas con su Padre, y al caer la tarde —después de despedir a la gente—, se le encuentra nuevamente retirándose para pasar largos ratos en oración. ¿Y por qué lo hacía? ¿Cuál era su método? Una pregunta parecida, le remitieron a la Virgen en cierta ocasión, los videntes en Medjugorje: —«¿Cómo Jesús podía pasar toda la noche orando sin cansarse, y cuál era su método?» Y la Madre respondió: —«Jesús tenía un gran deseo de Dios y un gran deseo de salvar almas». Quizá en esta misma respuesta se pueda encontrar también la razón —pero en sentido inverso— del porqué hoy muchas almas, han perdido el gusto por la oración. Se podría afirmar que las almas que no oran, han perdido el deseo de Dios y de la salvación de las almas.

La Virgen pues, una vez más, invita a todos: a no descuidar el trato de amistad con la Santísima Trinidad por medio de la oración individual. ¿Y cómo se debe realizar este trato? Cómo la Iglesia enseña: a través de la oración vocal, la meditación y la contemplación. Y con los recursos conocidos del rosario, la Biblia, la Adoración a Jesús Sacramentado, las oraciones aprobadas por la Iglesia y la Liturgia de la Horas. Sin descuidar, por otro lado, los espacios reservados para el silencio interior. Recuérdese, que la oración personal, particularmente, se caracteriza por ser un diálogo en donde se le debe permitir a Dios hablar directamente al corazón. Y por lo mismo la disposición del corazón es esencial: las puertas abiertas sin ningún tipo de reservas.

En el mensaje del mes la Madre especifica además, que por medio de la oración personal crecerá la semilla de la fe, porque sabe que el mundo contemporáneo con sus luces y sombras —¡y quizá más sombras que luces!—, necesita del testimonio alegre de los seguidores de su Hijo. Ella sabe perfectamente —primero por experiencia propia en la tierra y luego desde su condición magisterial en la patria de los bienaventurados cómo Madre del Buen Consejo— que es por medio de la oración que se reduce el triste abismo que existe en muchas almas, entre lo que se proclama y escucha en la iglesia y la vida que cada fiel desempeña en la calle. La oración personal, entonces, es la vía para que la semilla de la fe crezca y madure.


La tercera parte del mensaje también es importante. La Virgen dice: «Yo estoy con ustedes y deseo exhortarlos a todos: crezcan y alégrense en el Señor que los ha creado». Se sabe que la presencia prolongada de la Virgen es siempre el más importante mensaje. Una vez más lo recuerda y recuerda también el valor de sus mensajes exhortativos. De los cuales, el de este mes, es una invitación a crecer espiritualmente por medio de la oración personal, y llevar el testimonio —como fruto de ella— con alegría. Nótese que el llamado a la alegría aparece dos veces en el mensaje. Primero como parte integral de la fe que se desarrolla por medio de la oración personal, y luego como virtud que se puede hacer vida, independientemente del llamado a la oración. Porque dice en forma imperativa: «alégrense en el Señor que los ha creado».


Entonces, para este mes, hay un doble desafío: el de la oración personal que hace crecer —desarrollar— la semilla de la fe en testimonio alegre para los demás y el esfuerzo de vivir cada cual gozosamente la vida. En verdad, ninguna de estas dos realidades deben ser desafíos para el creyente en Jesús, porque sin oración no hay vida cristiana y la vida cristiana es vida de alegría. Pero en la práctica, muchos creyentes, al dejarse llevar del activismo, los problemas, las preocupaciones, las heridas emocionales de la vida… terminan siendo un mal testimonio para los demás. De donde resulta imperativo el llamado que la Madre vuelve hacer por medio de estos dos conceptos esenciales. ¡Sea alabado Jesucristo!